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Empresarios en Kazajstan

La élite política de la república asiática trata de reproducir el milagro económico de Corea del Sur

Pilar Bonet

ENVIADA ESPECIAL Un experimento singular en la URSS está en marcha en la república asiática de Kazajstán, un territorio cinco veces mayor que España, donde la élite política, curtida al servicio de la ideología comunista, trata de reproducir el milagro económico de Corea del Sur. Amparados por el presidente Nursultan Nazarbaev, los altos funcionarios que sirvieron a Dinmujamed Kunaev, el viejo amigo de Leonid Bréznev, se han transformado hoy en empresarios y, con una facilidad que envidiarían sus colegas de otras zonas de la URSS, se han puesto al servicio de una nueva causa.

"Business" (negocio), pronunciada en inglés con acento kazajo, es la palabra clave con la que la élite de Kazajstán conjura el peligro latente del nacionalismo. Éste dio su toque de advertencia en las revueltas de Almá Atá en diciembre de 1986, cuando un ruso, Guennadi Kolbín, sustituyó a Kunaev.Después de Kolbin, que aplicó criterios porcentuales para mantener la concordia nacional, llegó Nazarbaev, y con él un exquisito tacto para no herir la suceptibilidad de los grupos étnicos que conviven en Kazajstán. Por decisión de Nazarbaev, los rusos (un 37,8% de la población) tendrán que esperar a que se construya una mezquita para los kazajos (un 39,7%) antes de recibir una iglesia ortodoxa hoy museo en Almá Atá.

Kazajos y, rusos son las dos nacionalidades más numerosas entre los 16,5 millones de habitantes de Kazajstán, que cuenta con importantes minorías de alemanes, coreanos, uigures y tártaros. La población eslava llegó a estas tierras en sucesivas migraciones, especialmente durante la campaña de las Tierras Vírgenes, el ambicioso plan de Nikita Jruschov para convertir las estepas en el granero de la URSS. Entre pastores, agricultores y mineros, Moscú instaló en Kazajstán su principal polígono de pruebas nucleares subterráneas, Semipalatinsk, y el cosmódromo de Balkanur.

En Kazajstán es flagrante el contraste entre el potencial económico propio -riquísimos yacimientos de cobre, plomo, zinc, bismuto, cadmio, carbón, petróleo y oro- y la explotación colonial de los recursos por Moscú. Hay aquí más de 2.000 empresas que dependen de 75 ministerios e instituciones centrales. Con las draconianas normas que regulan el comercio exterior soviético Kazajstán sólo recibirá este año 20 millones de rublos en divisas del total de 1.230 millones de rublos de beneficio de sus exportaciones, según el vicepresidente del Consejo de Ministros, Karatae Turysov.

Nazarbaev está decidido a poner fin a la dependencia de Kazajstán, uno de los territorios más ricos del mundo, de la subvención de Moscú, que sólo ha dejado un 7% de las empresas bajo control de la república. Kazajstán ha recorrido más camino hacia la economía de mercado y da más facilidades al capital extranjero que ninguna otra república soviética. Una ley protege la inversión extranjera y da garantías sobre la repatriación de beneficios. Un programa de desestatalización y privatización ha sido preparado por los mejores economistas que Nazarbaev ha podido reunir.

El padre del milagro surcoreano, el profesor Chan Yan Beng; el profesor Axel Leyonhuvud, de la Universidad de California, y el ruso Grigori Yablinski, autor del Programa de los Quinientos Días, son miembros del Consejo Económico Superior de 26 expertos formado por el presidente. Los expertos han discrepado en el plan de privatización, que se debatirá este mes. Yablinski prefería la subasta de empresas, mientras Beng estaba a favor de repartir la propiedad mediante un pago simbólico.

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Finalmente se ha elaborado una fórmula que mide el derecho a convertirse en propietario de cada ciudadano en función de su inversión laboral. Los ciudadanos recibirán un número de bonos dependiendo de su sueldo durante los últimos cinco años, de la antigüedad laborail y del coeficiente de cualificación, dice Vladímir Krupeniov, ayudante de Nazarbaev. La privatización comenzará con el pequefio comercio. Las grandes empresas, como el combinado metalúrgico de Karagandá, se quedan para una fase posterior.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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