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¿Qué futuro le espera a la OLP?

Las grandes maniobras en torno a la cuestión palestina comenzaron en cuanto terminó la guerra del Golfo. Por primera vez, Estados Unidos ha afirmado con toda claridad -a través de la voz de George Bush- que había llegado el momento de poner fin al conflicto árabe-iraelí. Así lo desean los países de la CE, lo mismo que la URSS. Los árabes, también. Sin embargo, la solución no es sencilla: hay numerosos protagonistas y cada uno de ellos alimenta segundas intenciones.Recusada por los dirigentes israelíes, desacreditada ante los norteamericanos, pero reconocida por François Mitterrand (así lo dijo en la cumbre de la Martinica con George Bush), ¿puede la OLP desempeñar todavía algún papel? El 18 de marzo, Yasir Arafat declaró su disposición a establecer un diálogo directo con Israel bajo la égida de la ONU. ¿Tiene alguna posibilidad de ser escuchado? ¿Qué va a hacer el Consejo de Seguridad con las 197 resoluciones que ha votado desde 1947 y que jamás han sido aplicadas?

Recordemos algunos hechos que aclaran la actual situación. Fue la cumbre de Argel, en 1973, la que reconoció a la OLP como "único representante legítimo del pueblo palestino". La cumbre árabe de Rabat, celebrada en octubre de 1974, confirmó solemnemente esta decisión. Inmediatamente después, la OLP era admitida en la ONU con estatuto de observador. En 1982, la cumbre árabe de Fez adoptó un plan de paz que aceptaba reconocer a Israel a condición de que este último reconociera a la OLP.

En 1987, en los territorios ocupados (Cisjordanla, Gaza, Jerusalén-Este) estalla espontáneamente la Intifada. Sorprendidos, los dirigentes de la OLP se esfuerzan por recuperar el movimiento. Después, reforzado por la revolución de las piedras, Yasir Arafat reconoce, el 15 de noviembre de 1988, las resoluciones 242-1 y 338, lo que viene a ser una aceptación de la existencia de Israel. Un mes más tarde, el 16 de diciembre, Estados Unidos inicia el diálogo con la OLP. Lo suspende el 30 de mayo de 1990, tras el intento de desembarco de un comando palestino en Israel.

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Agosto de 1990: Yasir Arafat condena la invasión de Kuwait, pero apoya a Sadam Husein, lo que le pone en una difícil situación. El 9 de febrero de 1991, James Baker, secretario de Estado norteamericano, declara: "La OLP ha hecho una elección equivocada. ND tiene sitio en una mesa de negociación".

Éste es el telón de fondo sobre el que los diferentes actores juegan actualmente su juego.

El juego norteamericano. En 1981-1982, el general Alexander Haig, secretario de Estado de Ronald Reagan, quería organizar un sistema de seguridad regional que agrupara a árabes e israelíes. Fracasó. Bush aprendió la lección. En 1991 ha conservado la cohesión de los Estados árabes antúraquies, manteniendo a Israel apartado de la guerra del Golfo. Una vez acabada la guerra, Egipto, Siria y los países del Consejo de Cooperación del Golfo (Arabia Saudí, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Kuwalt, Omán, Qatar) han formado una alianza defensiva.

Washington intenta persuadirlos de que negocien con Israel. Paralelamente, George Bush, que ha ganado la guerra sin Israel, ha hecho comprender a Shamir que la solución está en la fórmula "paz contra territorios". Además, su popularidad es tan grande que no teme las presiones del lo,bbjíudío norteamericano.

El juego de los palestinos de Cisjordania. Bien que ligados en su mayoría a la OLP, los jefes de la Intifada han adquirido un gran peso, e incluso una innegable autonomía de acción. Nacido en 1940 en el seno de una vieja familia de notables de Jerusalén, Faisal Huseini, que encarna la línea inoderada de la OLP, está considerado como el número uno de la resistencia interior. Fue él quien encabezaba la delegación de 10 miembros que se entrevist.o con James Baker el 12 de marzo en Jerusalén. También fue él quien el 2 de febrero declaró: "Tras la guerra, la OLP será el único régimen democrático árabe. Tendremos un Consejo Nacional [Parlamento] que decidirá sobre el futuro y podría camblar la dirección de la OLP". Continuará...

El juego de Israel. El Gobierno israelí está dispuesto a negociar bilateralmente con sus vecinos árabes siempre y cuando éstos le reconozcan. Los dirigentes de la allanza antliraquí estarían dispuestos a. hacerlo, a condición de que ]Israel reconozca los derechos de los palestinos, ya que si no correrían el riesgo de ser condenados por sus pueblos. ¡Nadie ha olvidado el asesinato de Sadal, en 1981!

Paralelamente, Israel, que se niega a todo contacto con la OLP, estaría dispuesto a organizar elecciones en Cisjordanla y Gaza para lograr una representación palestina, con la que podría negociar el futuro de los territorios. Ahora bien, los partidarios de la OLP son mayoría en Cisjordania, mientras que en Gaza domina el movimiento islamista y extremista Hamas. Además, el Goblerno de Shamir estaría pensando en un estatuto de autonomía para los territorios, mienrras que los palestinos quieren disponer de un Estado, aunquesea desmilitarizado.

El juego de Siria. Partiendo del principio, de que Palestina formaba parte de Siria antes de la partIción colonial, en 1920, el presidente Hafez el Asad estima que Damasco tiene derecho a Fiscalizar la organización de la región. Es esta pretensión la que en el pasado le enfrentó violentamente a Yasir Arafat, quien quería preservar la total autonomía de la OLP.

En consecuencia, a partir de 1983, el pres Idente sirlo intentó desestabilizar a Arafat reagrupando a los dirigentes palestinos que le eran hostiles y pretendían constituir una OLP bis Asad acaba de provocar Lina reunión de los contestatarios (Ahmed Jibril, Abu Mussa...) quienes, sin retomar la idea de una organización paralela, han pedido la renovación de la dirección de la OLP. Esta propuesta, que se une a la de Huseini, ¿amenaza seriamente a Arafat? Es demasiado pronto para saberlo.

El juego del rey Hussein. Considerado durante la guerra del Golfo como uno de los prin cipales perdedores a causa de sus lazos con Irak, el soberano, paradójicamente, ha consolida do su posición aliándose con su pueblo. Además tenía toda la razón en desconfiar del proyec to de más de un dirigente israelí que, previendo la llegada de un millón de judíos soviéticos, es taban pensando en transferir a los habitantes de Cisjordania (también un millón) a una Jordania que se convertiría en la patria de los palestinos. Esta solución parece excluida en el actual contexto: la conciencia internacional no lo permitiría.

En revancha, el soberano puede contar para siempre con hombres como Elías Freij, el viejo zorro alcalde de Belén, que ha mantenido siempre que la solución del conflicto pasa por una confederación jordano-palestina (Jordanla-Cisjordania). Una idea poco apreciada por la OLP, pero con futuro.

Pase lo que pase, los dirigentes de los territorios ocupados -ligados o no a la OLP- están llamados a desempeñar un importante papel. Yasir Arafat lo sabe. Hasta ahora ha conseguido superar las situaciones más comprometidas. Sin embargo, ahora juega la parte más difícil en su carrera por mantenerse al frente de la OLP, con la esperanza, sin duda, de ser el primer presidente del Estado palestino independiente. Una apuesta incierta.

es director del Centro de Estudios Contemporáneos de Oriente de la Universidad de la Sorbona.

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