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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Guerra kurda, cínicos y cómplices

EL KURDISTÁN iraquí parece destinado a no poder zafarse nunca de la bota de Bagdad. Cuando parecía que la nueva situación creada por la guerra del Golfo daba a los kurdos la oportunidad de conseguir sus objetivos históricos de autogobierno, todo apunta a que se trataba sólo de una ilusión. Estados Unidos ha preferido a la postre dejar las manos libres a su vencido enemigo, Sadam Husein, que dar su apoyo al pueblo kurdo, con el argumento de evitar una posible desmembración de Irak. Pero existe el riesgo de que, una vez más, la población kurda sea aniquilada ante la cómplice pasividad de Gobiernos, opiniones públicas e instancias internacionales. Testimonios fiables del campo de batalla insisten en que el Ejército de Sadam ha recurrido al empleo de armas químicas -como hizo en 1988- en su contraofensiva para reconquistar Kurdistán.. La trayectoria del pueblo kurdo es trágica. A pesar de que dispone de una lengua y una cultura propias, nunca ha logrado -salvo en estapas cortas y discontinuas- consolidar una existencia estatal. Al hundirse el imperio otomano después de la I Guerra Mundial, el Tratado de Sèvres reconoció en 1920 la existencia de una nación kurda, pero las esperanzas que ello suscitó quedaron enterradas, dos años después, en el Tratado de Lausana. Los kurdos, repartidos entre Turquía, Irak e Irán -con grupos menores en Siria y en la URSS-, han desarrollado largas luchas por su independencia, aplastadas sistemáticamente, unas veces por Bagdad, otras por Teherán. Estos Gobiernos sólo concedieron autonomías parciales, siempre a merced de cambiantes coyunturas políticas. En cuanto a Turquía, nunca ha reconocido la realidad del problema kurdo.

El hecho nuevo en la actualidad es que las organizaciones kurdas de Irak -tanto el Partido Democrático, de Marzani, como la Unión Patriótica, de Talabani-, lanzadas a fondo en la lucha contra Sadam, han proclamado que su objetivo no es la independencia. Reconocen la integridad territorial de Irak. Su aspira ción es la autonomía y participar en el sistema denio crático que se instaure, una vez derribado Sadam, para gobernar el país. Estas posiciones de los kurdos ira quíes han permitido algo sin precedente: una toma de contacto con el presidente turco, Ozal. Los objetivos de éste son que los kurdos de Irak limiten sus demandas, que renuncien a la independencia y que jamás aparezca un Estado kurdo en la frontera de Turquía.

Al mismo tiempo, la moderación de Marzani y Talabani -en el marco del acuerdo general de las fuerzas iraquíes anti-Sadam- significa una garantía de que no habrá desmembramiento de Irak cuando se produzca el esperado derrumbamiento de la dictadura de Sadam. Estados Unidos teme por encima de todo que Irak se fragmente, ya que ello podría azarrear un cambio de equilibrio estratégico en la zona contrario a sus intereses. "Vamos a esperar y ver cómo ocurren las cosas", ha dicho el presidente Bush comentando la situación de Irak. Con esa actitud pasiva y reservada, EE UU no da respuesta a las llamadas de las fuerzas que están sufriendo los contraataques de Sadam. Esta posición está originando, incluso en EE UU, serias críticas.

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La comunidad internacional sería contradictoria, hasta el cinismo cruel, si asistiese indiferente al uso iraquí de las armas más destructivas para someter a los kurdos, después de una guerra realizada para obligar a Sadam a retirarse de Kuwait: ¿no se hizo esa guerra en nombre del derecho, brutalmente pisoteado de nuevo? Tampoco dice mucho a favor de algunas de las voces que ayer se reclamaban del pacifismo el miserable silencio que guardan ante la situación de hoy: ¿acaso creen que merece la pena condenar la guerra sólo cuando la promueve Estados Unidos? Si es lógico que el Consejo de Seguridad de la ONU -en la resolución para el alto el fuego definitivo- estableza medidas para privar a Irak dce armas químicas en el futuro, parece natural que impida su utilización, ahora, contra los kurdos.

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