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Los filósofos reunidos en Málaga discuten sobre religión y muerte

La inutilidad del discurso religioso, defendida por Víctor Gómez Pin, en la primera jornada del 28º Congreso de Filósofos Jóvenes que se inauguró ayer en Málaga, produjo el único conato de discusión del primer día. El profesor madrileño Miguel Cereceda criticó al ponente tal afirmación y sostuvo que la religión puede ser objeto de experiencia, así como que su discurso contiene elementos racionalistas y liberadores. La respuesta de Gómez Pin fue contundente: refugiarse en el principio de esperanza que la religión promete contra la razón "es inútil y una canallada".El nexo entre el "oscurantismo religioso" y la muerte, asunto central a debatir en el congreso, lo estableció Gómez Pin en el velamiento, el cerrar los ojos, que la muerte supone. Ser es juzgar, dijo, y hay que pagar un duro precio por vivir sin juicio, lo que, en su opinión, la religión intenta sin poder llegar a conseguirlo.

En la conferencia inaugural Domingo Blanco, de la Universidad de Granada, leyó un texto denso, basado en Martin Heidegger y León Tólstol. Si el primero no ofrecía soluciones "edificantes" para la angustia que supone la anticipación de la muerte, el segundo se veía abocado al nihilismo, al constatar que el sufrimiento no podía justificar la existencia de la vida.

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