Recuperación de Jim Thompson
Aunque sólo sea porque con ella comienza la recuperación (otras tres películas inspiradas en obras suyas están ahora mismo en proceso de elaboración) por el cine de la obra literaria de Jim Thompson, merece la pena ver esta película. Pero además se trata de un filme que se sostiene por sí solo y que ofrece rasgos magníficos, fuertes e intensos, que hay que situar por encima del tono medio del cine norteamericano actual. Es, por tanto, un filme que hay que ver por doble motivo.El primero es la singularidad de su fuente literaria: puro oro negro en las tradiciones del thriller. Jim Thompson fue un novelista (y escritor de películas: Senderos de gloria y Atraco perfecto, dirigidas por Stanley Kubrick, fueron escritas por él) de talla excepcional y, no obstante, uno de los grandes desconocidos y (en su país fue casi borrado de la memoria colectiva) olvidados de la primera generación de herederos (algunos, como Thompson, no inferiores a sus maestros) de Hammett, Chandler y compañía.
Los timadores (The Grifters)
Dirección: Stephen Frears. Guión: Donald Westlake, según la novela de Jim Thompson. Intérpretes: John Cusack, Anjelica Huston, Anette Bening. Cines Roxy, Arlequín y (en V. 0.) Ideal.
Una pata coja
El vigor de sus personajes, que a veces -es el caso de la fauna humana que pone en pie en su 1.280 almas, uno de los libros más violentos y bellos creados por la imaginación negra- asombra. Y era un reto para Frears (director), Westlake (guionista) y los intérpretes (Anjelica Huston, Anette Bening y John Cusack) enfrentarse a la tarea de dar carne a los escurridizos personajes de Lilly, Moira y Roy, sobre los que gira enteramente la trama -una compleja y no obstante transparente combinación entre azar y necesidad: "Ese es un tipo tan retorcido que se come la sopa con sacacorchos", dice un personaje- de esta gran novela, ahora hecha buen cine.El resultado es de una violencia (directa e indirecta) terrible, como corresponde a un relato negro escrito con dolor e ira escéptica, sin paños calientes y con tiralíneas: matemático, desazonador e inquietante. Pero cojea por una de las patas del triángulo: si los personajes de Anjelica Huston (que hace una composición perfecta) y Anette Bening (que bastante mérito es el suyo al darle la réplica con solvencia), las dos mujeres maduras que merodean alrededor del joven John Cusack, son más que convincentes, el de éste en cambio no lo es enteramente.
Da la impresión de que 'Westlake, guionista y también novelista, ha sido en exceso escrupuloso con la letra del relato de Thompson, y algunas de las cosas que éste propone (sobre todo sus continuas y, veloces incursiones en el pasado de los personajes) tienen a veces difícil traducción en imágenes. Pero en estos casos el guionista debe crear equivalencias y no lirnitarse a resumir la novela, porque corre el riesgo de simplificarla, que es lo que le pasa al personaje Dillori: una sombra cinematográfica de su riqueza como criatura literaria.
De ahí, de esta cojera en el triángulo que llena el filme, provienen algunas (leves, pero que impiden la maestría) pérdidas del hilo emocional en que incurre Frears. incapaz de superar con la cámara el defecto (por carencia) del guión de Westlake. Tampoco le ayuda el limitado actor que por ahora es John Cusack. Pero las virtudes (le la película son mayores que este defecto y, aunque Los timadores novela tenga dentro mejor cine que Los timadores, película, ésta es de: las que hay que ver y recordar.
Es el principio del rescate de un gran escritor y una película inteligente y fuerte, en la que se pasa mal y bien alternativa y a veces simultáneamente, con esa peculiar dulzura que lo amargo alcanza cuando es elaborado por gente que sabe atrapar el vértigo del abismo que a veces esconden los comportamientos humanos, cuando quienes lo ejercen deambulan de acera en acera en carne viva, en el límite de su aguante, como ocurre en el oscuro y desgarrado mundo de Thompson.
Más información sobre la obra de Jim Thompson, en el suplemento Libros de este mismo número.
Babelia
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