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Estalla el 'caso Cossiga' al defender el presidente Italiano a miembros de la P-2

Juan Arias

La defensa como "patriotas" de miembros de la logia seudomasónica Propaganda Dos (P-2) ha hecho estallar en Italia el caso Cossiga, tras dos años de perplejidad por la actitud de un presidente, democristiano y católico practicante, de la izquierda de su partido, magistrado y más bien silencioso, que de repente, tras la muerte de su antecesor, el popular socialista Sandro Pertini, arremete contra todo y contra todos. Corno broche, Cossiga amenazó anoche con disolver el Parlamento.

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El caso lo ha hecho explotar el mismo Cossiga con dos entrevistas de 15 minutos cada una concedidas en el espacio de 24 horas a la televisión estatal, la RAITV. "Hace dos años que no me dejan vivir", confesó, y acusó al grupo editorial de La Repubblica-L'Espresso, de Carlo De Benedetti, de conspirar contra él. "No me dejaré amedrentar por nadie", sentenció.Sin embargo, lo que ha puesto los pelos de punta, hasta el punto de que han surgido opiniones de que no está en sus cabales, ha sido su defensa de la red secreta Gladio, a cuyos miembros llamó "patriotas", y de la logia P-2 de Licio Gelli, que el ex jefe de Gobierno Giovanni Spadolini disolvió por anticonstitucional y a la que una comisión del Parlamento acusó de haber promovido un "golpe de estado blanco".

Cossiga ha dicho que no se siente vinculado a los resultados de aquella comisión parlamentaria ni a la decisión de los jueces y que él ha conocido a miembros de la P-2 que son "verdaderos patriotas" y personas "muy dignas".

Nada más haber oído al jefe del Estado tal declaración, Gelli lleno de gozo, dijo, precisamente al cumplirse 10 años de estallar el escándalo, que por fin se le ha hecho justicia, en vista de lo cual ha decidido presentarse a las próximas elecciones en las listas de la Liga Lombarda.

Cossiga ha ido aún más allá y, con una nota oficiosa del Quirinal, que después no quiso desmentir, ha afirmado que no está de acuerdo con que el jefe del Gobierno, el democristiano Giulio Andreottí, lleve a cabo, como estaba ya decidido, a un reajuste gubernamental para evitar una crisis de Gobierno que podría desembocar en elecciones anticipadas, sino que él prefiere "una crisis de verdad".

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Tal afirmación ha sido considerada como una zancadilla al Gobierno y como un grave hecho anticonstitucional, ya que él no puede abrir una crisis, sino que eso queda dentro de las competencias del Gobierno, los partidos o el Parlamento.

Bomba política

Il Corriere de la Sera calificaba ayer el hecho de "bomba política de consecuencias imprevisibles"; I1 Manifiesto, de "cuchillada a Andrcotti"; el diario de Fiat La Stampa, de "problema alarmante de la conducta de Cossiga"; y La Repubblica titulaba: "Cossiga pide la crisis y abre un conflicto institucional sin precedentes en la historia de esta República".

Cossiga, que ya en los meses pasados había arremetido contra magistrados, periodistas, religiosos y diputados, acusa ahora a Italia de ser "el país que menos ama su bandera" y a la clase política de impedir la reforma de las instituciones. Anoche amenazó, también a través de la televisión pública, con disolver el Parlamento.

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