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Yugoslavia, la esperanza tras la crisis

El declive de Milosevic abre vías al acuerdo

Yugoslavia ha pasado por las jornadas más dramáticas y decisivas desde la muerte de Tito, en mayo de 1980. Tras una década de Inestabilidad endémica, ha estado a punto de verse arrastrada a la violencia interétnica generalizada o a una dictadura neobolchevique. Sin embargo, salvada ahora la crisis aguda, se perciben signos esperanzadores de que Yugoslavia puede lograr una convivencia pacífica entre sus pueblos y repúblicas.

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La Numancia serbia

La crisis de marzo, que comenzó el 9 de marzo con la manifestación contra la dictadura informativa del presidente serbio Slobodan Milosevic, concluyó cuando el martes pasado el Ejército se negó -ya por convicción, ya por incapacidad operativa o decisoria- a seguir al líder serbio en su aventura totalitaria.Tras tres días de amenazador silencio, el alto mando del Ejército optó por el golpe blando, un pronunciamiento en el que se declaró autónomo del poder civil constitucional. Advirtió que será el propio mando castrense el que decida cuándo se dan las circunstancias para una intervención, no la presidencia colectiva.

Con la operación de retirada de las instituciones, la movilización de sus fuerzas policiales y el anuncio de la creación de nuevas unidades paramilitares republicanas, Milosevic quiso liquidar la presidencia y forzar una intervención militar. Fracasó en lo segundo, pero tuvo éxito en lo primero. La presidencia colectiva ha quedado vacía de poder, éste ha pasado a la conferencia de presidentes de las repúblicas. Estos se reunirán por primera vez el jueves en Dubrovnik, en Croacia, e intentarán, en reuniones a celebrar en las diversas repúblicas en los próximos seis meses, establecer el marco de convivencia y cooperación.

Tesis confederales

Paradójicamente, la huida hacia adelante de Milosevic ante la creciente contestación interna en Serbia ha dado un fuerte impulso a las tesis confederales, ya defendidas por Eslovenia, Croacia, Macedonia y Bosnia-Herzegovina. Milosevic mismo ha hundido su plan federal, que en realidad era un Intento de imponer la hegemonía serbia -y, a través de ésta, la suya personal- a todos los pueblos yugoslavos.Milosevic ha fracasado en su operación golpista, en su proyecto unitarista y autoritario y en sus intentos por frenar el desarrollo democrático en Serbia. Había fracasado antes en su sangriento esfuerzo de eliminar políticamente al pueblo albanés en Kosovo. Con la disolución de su base política en Serbia, ha comenzado su ocaso. El líder serbio luchará por el poder y puede provocar nuevos focos de desestabilización. Pero el Ejército yugoslavo y los serbios están cada vez menos dispuestos a dejarse instrumentalizar por Milosevic. Y Occidente ha reconocido que es el mayor enemigo del programa del primer ministro, Ante Markovic, en favor de una economía de mercado.

La instauración de la democracia en Serbia aliviará las tensiones centrífugas. El diálogo de los presidentes para la creación de una nueva fórmula de asociación yugoslava puede abrir las puertas a una convivencia entre distintas repúblicas soberanas en un espacio económico único que permita a la nueva Yugoslavia acceder a la estabilidad y a Europa.

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