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Tribuna:POSGUERRA EN ORIENTE PRÓXIMO
Tribuna
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El emir de Kuwait tiene que someterse a la Constitución

El Ejército iraquí ha sido expulsado de Kuwait, pero mi pueblo no está totalmente liberado todavía.El Gobierno legítimo de Kuwait, por cuya reinstauración se luchó, no es el Gobierno del poder absoluto de la familia Sabaj. Es un Gobierno constitucional establecido por primera vez en 1962, pero disuelto por el emir Jaber al Ahmed al Sabaj el 12 de julio de 1986.

Puede que en los próximos meses sea necesaria una ley marcial en Kuwait para restablecer el orden en el país, pero la decisión tendría que tomarla un Gobierno de unidad nacional, no la desacreditada familia Al Sabaj. A pesar de que el príncipe heredero, el jeque Saad al Abdulá al Sabaj, prometió a la oposición, en la reunión celebrada el pasado mes de octubre en Yedda, que se llevarían a cabo reformas democráticas después de la guerra, puede que se utilice la ley marcial para tomar medidas enérgicas contra el movimiento de la resistencia, a fin de suprimir las libertades y establecer la base de un Parlamento títere; en otras palabras, perpetuar el Gobierno monárquico.

El pretexto iraní

No deberíamos olvidar que la Asamblea Nacional -o Parlamento- fue disuelta en 1986 y la Constitución fue anulada con el pretexto de la amenaza que representaba la guerra entre Irán e Irak.

Sin embargo, en 1988, cuando concluyó esa guerra, la familia Al Sabaj continuó gobernando inconstitucionalmente hasta la invasión iraquí del pasado mes de agosto.

Durante 1989 y 1990 hubo grandes manifestaciones en la ciudad de Kuwait solicitando la reinstauración del Gobierno constitucional, lo cual condujo a una violenta reacción por parte del Gobierno y al arresto de líderes de la oposición, entre los cuales me encontraba yo.

Debido a esta reciente historia, la estabilidad sólo podrá ser restaurada e iniciarse la reconstrucción si a la familia Al Sabaj se unen la resistencia kuwaití y el movimiento democrático. Intentar excluir a estas fuerzas del poder representaría elegir el camino hacia un desorden aún mayor y, posiblemente, la guerra civil. Sería realmente una inconsciencia excluir a aquellos que se quedaron en Kuwait durante los últimos meses. Ante el peligro de enfrentarse a las torturas y a las ejecuciones, toda la sociedad organizada de Kuwait -desde los musulmanes, los estudiantes, asociaciones profesionales y sindicatos hasta la resistencia militar real- puso literalmente Kuwait patas arriba durante la ocupación iraquí.

¿Por qué no van a poder continuar participando ahora que los señores han regresado de sus hoteles de lujo en Taif? Sería un error ofrecer a la resistencia tan sólo un lugar secundario, cuando se ha visto lanzada a un primer plano con motivo de la invasión iraquí.

Una vez restaurada la estabilidad, nuestro programa tiene como objetivo hacer que el Gobierno de Kuwait recupere su legitimidad constitucional, que exige unas elecciones directas para la Asamblea Nacional de acuerdo con la Constitución de 1962. El artículo 6 de esa Constitución dice que el sistema político de Kuwait es democrático, con unas elecciones libres (un hombre, un voto) para un Parlamento de 50 miembros. También garantiza la libertad de expresión, razón por la cual Kuwait ha contado siempre con los periódicos más liberales de cualquier país del mundo árabe.

Dice que la soberanía reside en el pueblo y que todo el poder emana del pueblo, incluyendo el nombramiento del emir. Según las normas constitucionales, el emir tiene que proceder de la familia Al Sabaj. Una vez nombrado emir, éste propone candidatos de la familia Al Sabaj para proceder al nombramiento de un príncipe heredero, su sucesor. El Parlamento puede rechazarlos a todos. Ningún príncipe heredero puede ser nombrado sin la aprobación del Parlamento.

La Constitución establece también los tres poderes del Gobierno: el legislativo, el ejecutivo y el judicial. El ejecutivo está dirigido por un emir, el cual delega sus poderes en un primer ministro, cuyo Gobierno es responsable ante el Parlamento. Todos los poderes del emir tienen que ser aprobados por el Parlamento.

Control familiar

Hay un artículo de la Constitución, redactada originalmente para un periodo de cinco años (después de 1962) como garantía de estabilidad durante la transición a la democracia, que desearíamos cambiar ahora. Ese artículo, todavía en vigor, permite a 15 miembros del Gabinete del Gobierno actuar como miembros de pleno derecho del Parlamento, asegurando automáticamente con ello el control por parte de la familia reinante de más de la cuarta parte de los 50 miembros del poder legislativo. Después de esta guerra estamos lo suficientemente preparados para una democracia total en Kuwait, incluyendo un sistema político multipartidista y una alternativa de poderes. Ha llegado el momento de que todos los miembros del Parlamento sean elegidos directamente por el pueblo kuwaití.

Finalmente, esperamos desarrollar un sistema similar al británico, que delimita democráticamente las funciones de la familia real en los asuntos británicos. Al igual que cualquier otro tipo de Gobierno no democrático -sea autocracia, monarquía o dictadura-, el abuso y la corrupción terminan minando la autoridad de los gobernantes. Esto es lo que ha sucedido con la familia reinante y su Gobierno.

Su debilidad y su corrupción, que se derivan de su aversión a la responsabilidad democrática, contribuyeron en gran medida a nuestra trágica vulnerabilidad en esta guerra. Aquellos que se encontraban a cargo de la defensa no estaban prLs para no reinstaurar la Asamblea Nacional después de la guerra entre Irán e Irak fue el hecho de que se hubiera convertido en un foro para presentar y criticar la corrupción de la familia reinante.

Especulación bancaria

En 1982, el Sotik al Manakh (el mercado bursátil kuwaití) se hundió después de una dramática serie de especulaciones. Es sabido que algunos bancos kuwaitíes habían prestado 7.000 millones de dólares con fines especulativos, lo que equivalía a varias veces el capital de los bancos del país.

Se tuvo conocimiento de estos hechos en los años siguientes, el Parlamento presionó al Gobierno para que explicase cómo era posible prestar tanto dinero sin garantías, y en gran parte, a miembros de la familia real y a personas próximas a ella. Estas personas continúan estando próximas a ella.

La enorme tarea de la reconstrucción exige una unidad nacional y una simpatía internacional que posiblemente la familia Al Sabajj no podrá conseguir por sí sola.

Nuestra Constitución democrática fue impuesta a la familia Al Sabaj en 1962, cuando Kuwait fue amenazado de invasión por otro iraquí, Abdul Karim Qassem, que más tarde fue derrocado y asesinado por el Partido Baaz.

Jeques tribales

Los británicos, que acababan de dar fin a un tratado a partir del cual nos hubieran defendido, dijeron a la familia Al Sabaj que no podían justificar la defensa de Kuwait a nivel internacional si se presentaban ante el mundo como jeques tribales. Como resultado, la familia reinante se sometió con reticencias a las exigencias del pueblo en cuanto a una democracia mayor. Kuwalt se enfrenta ahora en gran medida a la misma situación.

El pueblo de mi pequeño país se da cuenta de que la expulsión de los iraquíes de Kuwait fue, a los ojos de los aliados, una acción en defensa del derecho internacional y del nuevo orden mundial, a pesar de que estuviésemos sujetos a unas normas absolutistas. Pero el mundo democrático no demostrará el mismo compromiso con la reconstrucción de Kuwalt si nuestro país no se mueve hacia una reforma democrática.

Las democracias modernas no se sacrificaron solamente para restaurar a una persona en su trono. Con tantas obligaciones como tienen, ¿por qué tendrían las naciones democráticas que arriesgar vida s y gastar unos recursos preciosos apoyando un viejo orden mundial?

Cuando nos embarquemos en la reconstrucción de nuestro país, la familia Al Sabaj debería unirse al pueblo de Kuwait y reconocer que la democracia es nuestro escudo, nuestra mejor defensa después de la guerra.

Ahmed Nafisi es uno de los dirigentes de la oposición kuwaltí.

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