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La presidencia colectiva yugoslava llama al diálogo para evitar la guerra civil

La presidencia colectiva de Yugoslavia pidió en la madrugada de ayer reabrir el diálogo para frenar una escalada de la tensión que ha puesto al Estado federal al borde del enfrentamiento armado con las fuerzas milicianas en estado de alerta en las dos principales (y enfrentadas) repúblicas: Serbia y Croacia. La situación en Belgrado era ayer normal, si bien se había reforzado la presencia policial en algunos puntos.

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A la reunión de la presidencia no asistieron los representantes de Serbia, Montenegro y la provincia de Volvodina, que dimitieron ante el fracaso de sus intentos de imponer el estado de emergencia. Tampoco acudió, pese a haber sido llamado, el ministro de Defensa, Veljko Kadijevic.La presidencia eslovena emitió un comunicado en el que, tras acusar al presidente dimisionario, Borisav Jovic, y a la cúpula del Ejército de ser golpistas, anuncia que Eslovenia ya sólo está dispuesta a negociar "la disolución pacífica" de Yugoslavia y la solución de los aspectos legales y compromisos resultantes de la pasada coexistencia".

Tras el anuncio por parte del presidente serbio, Slobodan Milosevic, de la movilización de sus fuerzas territoriales y de la insubordinación de esta república contra la presidencia, que aún cuenta con cinco miembros y, por tanto, tiene capacidad legal resolutiva, la jefatura colectiva del Estado y el Gobierno federal intentaron ayer desesperadamente evitar el vacío de poder que los partidarios de la intervención militar buscan crear.

En una insólita acción, el Estado Mayor del Ejército emitió un comunicado para desmentir el rumor, difundido por la radio croata, de la dimisión del jefe del Estado Mayor, Adzic, declarado partidario de una intervención militar dura y de la liquidación de los Gobiernos electos en Croacia y Eslovenia. Este extraño mentís reforzó ayer la impresión de que está en marcha una dura lucha en el seno de la cúpula militar.

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Alta traición

El presidente Milosevic, que prácticamente acusó a la presidencia de alta traición por formar parte de una supuesta alianza contra Serbia que quiere destruir Yugoslavia, visitó durante la noche a obreros metalúrgicos y textiles en busca de un apoyo a su política, muy mermada tras los violentos acontecimientos de los días 9 y 10 de marzo, en los que murieron dos personas y decenas resultaron heridas por la policía en Belgrado.

El líder del Partido de Renacimiento Serbio, Vuk Draskovic, acusó a Milosevic de querer salvar su régimen recurriendo al fomento del odio interétnico. Draskovic rechazó la teoría de un "frente antiserbio", que Mílosevic enarbola como bandera na cionalista ante su derrota en la presidencia yugoslava.

El líder de la oposición serbia hizo estas declaraciones a medios de comunicación croatas, lo que indica que la oposición, asimismo nacionalista, intenta evitar por todos los medios que Milosevic vuelva a triunfar con los argumentos con que subió al poder, recurriendo a la necesidad de una unidad serbia que se someta, ante una fantasmal "conjura antiserbia", a la dirección del presidente.

Paradójicamente, la oposición nacionalista serbia ha comenzado a jugar la carta yugoslava en un momento en el que Milosevic se ha convertido en el mayor separatista del país con su abierto anuncio de rebelión contra la presidencia colectiva constitucional, la movilización de sus órganos armados y la decisión de creación de nuevos grupos de autodefensa paramilitar.

En Belgrado dominaba ayer la impresión de que, dada la división en los órganos federales y el Ejército, son ya varios grupos los que se enfrentan y buscan alianzas para sus fines en los diversos órganos. La presidencia ha recuperado cierta fuerza por el mero hecho de reunirse, pese a la operación rilontada por el jefe de Estado dimisionario, Borisav Jovic, y sus aliados para dinamitarla.

El Gobierno federal también demostró ayer que no está aún acabado, pese a los virulentos ataques que ha recibido por parte de las "fuerzas involucionistas". El primer ministro, Ante Markovic, intenta frenar los deseos golpistas del Ejército presentándose como el único vínculo con la comunidad occidental y el Fondo Monetario Internacional que puede acceder a créditos y condiciones favorables de pago de la deuda y garantizar también la financiación de los cada vez más precarl os presupuestos de las Fuerzas Armadas.

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