Torrente y Landero coinciden en rechazar la existencia de fórmulas para escribir novelas
Los dos escritores destacan la continuidad generacional en la actual literatura española
Gonzalo Torrente Ballester, de 80 años, y Luis Landero, de 42, representantes ambos de dos generaciones de narradores españoles, coincidieron el jueves en un coloquio sobre la novela en la imposibilidad de proponer fórmulas universales, en que todo escritor es hijo de otros y, entre otras cosas, en que "todo lo que está en la literatura está en la realidad, pero está de una manera distinta". El coloquio, moderado por César Antonio Molina en el Círculo de Bellas Artes, clausura una serie realizada por toda España con motivo de los 80 años de Torrente, acompañada de una exposición sobre su vida y obra.
"Como buen gallego, Torrente Ballester es un buen portero", comenzó Luis Landero en un coloquio en el que el más joven adoptó la actitud de lanzar balones al mayor, para que éste fuese exponiendo sus teorías de la novela. En el símil futbolístico, explicó Landero, "como defensa, Torrente saca el balón a corner; en el centro, reparte juego; como delantero, su recorte es de Amancio y su cabeza de Zarra..." En sus intervenciones, Landero demostró no sólo conocer la obra de Torrente sino leer con regularidad algunas de sus páginas más libres, como las de Don Juan o La saga fuga de J.B., para buscar inspiración, o más especializadas, como las de Cuadernos de un vate vago, para buscar consuelo a la soledad del escritor."La realidad que vivimos es rica e inagotable", dijo Torrente Ballester, al desarrollar un comentario de Landero según el cual en la obra del autor de Los gozos y las sombras existe una preocupación por producir "una sensación de realidad". "Ocurre que los artistas, que existen para dar cuenta de ella, sólo dan cuenta de una parte". "Todo lo que está en la literatura está antes en la realidad, pero está de una manera distinta". Landero, a este propósito, recordó el episodio del Quijote en el que Sancho zanja la discusión sobre si el sombrero que lleva Quijano es una bacía o un yelmo y establece que es un baciyelmo. "La realidad es baciyélmica", dijo Landero.
Lo que distingue al periodista del escritor -"ambas visiones son legítirnas", dijo- es la ambición descriptiva del primero, según piensa Torrente Ballester.
En las dos grandes tradiciones estilísticas españolas, simbolizadas por la sencillez de Cervantes y el barroquismo de Quevedo, Torrente dijo haberse pasado hace tiempo de la segunda a la primera, si bien, advirtió, él no cree en recetas literarias: esto es, un estilo previo, encontrado por el autor, al que va adaptando sus obras sucesivas. Por el contrario, explicó cómo cada material literario requiere un tratamiento específico, como se ve en obras suyas tan distantes como Don Juan y Los gozos y las sombras.
Jugar con las palabras
"Que el lenguaje del escritor sea lo más parecido posible al real", deseó Torrente, "sabiendo que siempre debe haber una diferencia entre lenguaje real y el literario". Explicó el escritoque cuando él empezó a escribir estaba de moda en España un "ritmo rico y complicado" que impregnaba incluso el teatro, y que hubo de aprender a despo jarse de él pues "la excesiva riqueza verbal le lleva a uno a jugar con las palabras". Una narración, explicó, es como una mano: para resultar bella, la carne que recubre el esqueleto no ha de resultar excesiva.
Según Landero, "para escribir una novela es necesario tener algo que decir", y escritor con suerte es el que además elige un tema que vaya con su temperamento.
Torrente Ballester vaciló cuando le preguntaron si todas sus novelas iban con su temperamento, algo que sucedió de forma muy notable, según dijo, cuando escribió La sagafuga de J.B. y Don Juan. Entonces se hablaba en el coloquio del tono, algo que define a toda novela pero no se sabe muy bien qué es, y que para Torrente tiene más que ver, en contra de sus aficiones, con lo musical que con lo pictórico.
Landero dijo que tardó meses en caer en la cuenta de que Gregorio, el protaglonista de Juegos de la edad tardía, tiene el mismo nombre que Samsa, protagonista de La metamorfosis. Ambos escritores, que dijeron admirarse, estuvieron totalmente de acuerdo en que todo escritor es hijo de otros.
Babelia
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