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Fantasías inmobiliarias

Compañías constructoras adornan las calles de Madrid con sus vallas decoradas

Una carabela de papel en el paseo de la Castellana, un palacio de cuento en Fuencarral, paisajes urbanos y rurales en Barajas. Una generación nueva de vallas ha inundado las calles de Madrid. Son éstas grandes lonas pintadas que ocultan las fachadas de los edificios y sirven, mientras dura la obra, de tarjeta de visita de la compañía constructora. Hasta el andamiaje adquiere nuevas formas y colores, empleándose en su construcción materiales más llamativos y atractivos. Madrid se lava la cara y, coqueta, esconde su rostro.

Desde 1987, es corriente ver en Madrid grandes murales cubriendo los andamios que dan a la vía pública. Reinhold fue el primer grupo inmobiliario en utilizar paneles pintados para vestir el interior de los inmuebles en rehabilitación, o bien para cercar los solares.Otras compañías del sector han seguido su ejemplo por dos motivos: la vasta extensión de las vallas es un reclamo publicitario eficaz y, al mismo tiempo, los paneles constituyen una forma original de mantener la calle limpia y ajena a la obra. "Las vallas han sido nuestra mejor publicidad. Tanto es así que al principio la gente pensaba que nos dedicábamos a pintar murales, cuando en realidad nuestra función es otra", afirma Lola Oliva, portavoz de Reinhold Ibérica.

Madrid fue la segunda ciudad europea en recibir las vallas de Reinhold. La primera se montó en Londres, en Trafalgar Square, en 1986. Representaba el puente de mando de un transatlántico de lujo, en el que turistas de cartón piedra y obreros, de a pie, tocados con cascos, disfrutaban de la travesía acodados en la pasarela de la borda.

El castillo de Usboa

De Londres a Madrid y de aquí a la vecina Lisboa, donde Reinhold obtuvo el premio a la mejor valla extranjera de los noventa por el castillo de Lisboa, obra en la que trabajaron ocho artistas durante más de dos meses.Reinhojd se estableció en España a finales de 15,86 y actualmente cuenta con dos sociedades, una con sede en Madrid y otra en Barcelona. Los trabajos de este grupo en nuestro país se han caracterizado desde el principio por las curiosas vallas que llevan su logotipo. Los motivos de éstas son siempre alegres: un globo en la calle de María de Molina, un Zeppelin sobrevolando una jungla con ruinas clásicas en el paseo de Recoletos, una carabela repleta de ejecutivos en el paseo de la Castellana, y, más recientemente, un palacio de fantasía en la calle de Fuencarral. La iluminación desempeña también un papel muy importante en la vistosidad de la valla. De noche, decenas de luces alumbran los murales, resaltando la viveza de los colores.

Las dos primeras vallas que Reinhold instaló en Madrid fueron traídas directamente desde el reino Unido desmotadas por paneles. "Eran obra de una asociación de artistas ingleses llamada Free Corm", explica Lola Oliva. "Este colectivo, además de su diseño y realización, se encargó personalmente del montaje", añade. Estudios nacionales, como Intervallum, se ocupan ahora de estas tareas.

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La moda se ha extendido y otras compañías autóctonas han comenzado a desplegar lonas y levantar tapias decoradas con los más diversos motivos. Las fachadas se engalanan y los andamios comunican.

El palacio de Linares, próxima Casa de América, aparece desde hace pocas semanas rodeado por una extensa lona a modo de portada. El emplazamiento del futuro museo de la ciudad, en la calle del Príncipe de Vergara, se ve hoy cercado por un muro ecológico donde crecen árboles de cartón. Incluso los bancos disponen en lo alto de sus torres carteles enormes que informan del interés de sus cuentas.

Los andamios no han escapado a la tendencia dominante. Los armazones de madera y hierro están siendo sustituidos por estructuras más modernas fabricadas con materiales más finos y de vivos colores.

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