Los británicos y la guerra

Comparto la opinión de Ronald Fraser (Cartas al Director, 17 de febrero de 1991) sobre las distintas tradiciones británicas, y le agradezco su puntualización a mi artículo La batalla, en Inglaterra (94-II-91). Pero no debería extrañarse de que en él no dejase yo constancia de las manifestaciones contra la guerra del Golfo en su país. Estoy al tanto de la que hubo en Trafalgar Square el sábado anterior a la fecha del ultimatum, pero lo que mi artículo, que en todo momento subrayaba su condición de apunte de impresiones viajeras, pretendía era, en primer lugar, evocar la corriente abrumadoramente favorable a la intervención aliada en los 10 primeros días de esa guerra en los que el articulista vivió en Londres, y que pudo observar en las conversaciones, en las encuestas publicadas, en la línea casi unánimemente belicosa de los medios de comunicación y en las declaraciones de todos los políticos, empezando por el líder de la oposición.

En segundo lugar, reflejar la impaciencia de ese viajero por la parsimonia inglesa, pues mientras en Berlín, Madrid, París o Washington las manifestaciones ruidosas y multitudinarias contra la fatalidad de esta guerra abusiva fueron inmediatas, y el viajero pudo leer su reseña en los periódicos ingleses, Londres esperó hasta el 3 de febrero para ver sus calles significativamente ocupadas por el grito antibélico. Y en esa fecha, el viajero había ya regresado a su ciudad de origen y el acelerado curso de la guerra parecía exigir voces y gestos más vehementes.-