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La guerra del Golfo frena el proceso de desarme en Europa

La crisis del Golfo y la recuperación de poder en la URSS por parte de los militares han paralizado el proceso de desarme en Europa. "Existen serias dudas sobre la voluntad soviética de respetar el espíritu del Tratado de Desarme Convencional en Europa (CFE)", afirman fuentes de la OTAN para justificar que los demás acuerdos previstos estén en el aire. Las dos partes se cruzan acusaciones en un lenguaje de guerra fría. La inquietud soviética crece por la amenaza de aislamiento derivada del posible ingreso en la OTAN de sus antiguos satélites.

"No se conoce la suerte del Tratado CFE", afirma un alto responsable de la OTAN, para quien "el pacto soviético-norteamericano sobre armas nucleares estratégicas (START) no está retrasado sólo por razones técnicas". Los aliados occidentales, a instancias de EE UU, han decidido aplazar la negociación para eliminar las armas nucleares de corto alcance instaladas en Europa (SNF), a pesar de que el compromiso era su inicio inmediato tras la firma, el pasado 19 de noviembre en París, del acuerdo de reducción de armas convencionales. La continuación de este último proceso, el llamado CFE-2, está también bloqueada.El origen de "la crisis en el clima de confianza" radica en las dudas sobre la aplicación del Tratado CFE. Los aliados contestan la decisión soviética de rebautizar tres divisiones de infantería, equipadas con 1.000 carros de combate, como fuerzas navales, "precisamente para escapar del acuerdo". Además, 16.400 tanques soviéticos fueron trasladados antes de la firma al otro lado de los Urales con el mismo fin. Las fuerzas navales y la zona oriental de la URSS quedan fuera de los límites sectorial y geográfico del tratado.

Las precisiones soviéticas facilitadas el pasado día 14 en Viena, tres días antes del fin del plazo de 90 días acordado, no han disipado la desconfianza, como tampoco la lista de menos de 1.000 puntos de verificación (depósitos de armamento e instalaciones militares), cuando los aliados occidentales esperaban un número superior a 1.500.

Problema político

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Estas diferencias de interpretación fueron calificadas por el secretario de Estado, James Baker, de "problema político" en el Consejo Atlántico celebrado el pasado 18 de diciembre en Bruselas. Posteriormente, Noruega denunció el preocupante refuerzo de fuerzas soviéticas en la península de Kola.

La OTAN, según un portavoz de la organización, "aprovecha toda ocasión para persuadir a la URSS de que tome las medidas necesarias para restablecer las bases de confianza que permitan progresos rápidos a las negociaciones en marcha". Hace unos días, sin embargo, Baker admitió que había recomendado al presidente Bush retrasar el procedimiento de ratificación del Tratado CFE en el Senado. Para el secretario de Defensa, Dick Cheney, "Estados Unidos tiene razones legítimas para estar preocupado".

La respuesta de los militares soviéticos, publicada en Krasnaia Svezda, diario del Ministerio de Defensa, es que "la pérdida de interés de la Alianza Atlántica en la reducción de fuerzas y armamento puede poner en cuestión todo el proceso de desarme". El periódico acusa a la OTAN de haber coordinado los preparativos de la guerra del Golfo, y afirma que "esta crisis ha hecho aparecer una tendencia a la reconstitución del potencial militar de este bloque occidental". Por su parte, el mariscal Kulikov estima que la decisión del presidente Bush de entrar en guerra contra Irak demuestra que prefiere el viejo estiIo del empleo de la fuerza para resolver los problemas internacionales".

Pero si la crisis del Golfo resucita la lógica de la guerra fría, la preocupación soviética es mayor por la amenaza de aislamiento tras el desmoronamiento del bloque del Este.

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