Londres sigue considerando insuficiente el plan de paz
John Major, el primer ministro británico, mantiene que la guerra sigue y seguirá hasta que se alcance un acuerdo en sentido contrario, "y eso depende del cumplimiento de las resoluciones del Consejo de Seguridad, que siguen sin cumplirse". Londres se dio tiempo hasta la tarde de ayer para analizar en detalle las propuestas llegadas de Moscú y coordinar una respuesta con Washington, pero la reacción inicial era considerar insuficiente, el plan de paz sobre la mesa.El premier británico y sus consejeros pasaron buena parte de la madrugada examinando las poco detalladas propuestas que llegaban de Moscú y en continuo contacto con Washington. A primera hora de la mañana, Major hizo una declaración ante su residencia de Downing Street en la que reconoció que el plan de paz constituía una visible mejora con respecto a anteriores ideas, pero "todavía está bastante lejos de las resoluciones de la ONU y parece que contiene muy importantes deficiencias".
Al poco, Major partió para Irlanda del Norte. En Belfast manifestó no sentirse acorralado por las propuestas soviéticas. Todavía era pronto para hacer juicios definitivos, señaló, pero "no hay razón para que la guerra no continúe hasta que se llegue a un acuerdo, y eso depende del cumplimiento de las resoluciones del Consejo de Seguridad, que siguen sin cumplirse".
Acabar con Sadam
Londres esperaba conocer los detalles del plan y el resultado de las negociaciones desarrolladas en Moscú por la mañana antes de pronunciarse definitivamente -lo que haría después de que Major retornara a mediodía para analizar la situación con su Gabinete de Guerra-, pero echaba de menos, en las noticias filtradas acerca del plan, medidas capaces de inutilizar para siempre política y militarmente a Sadam Husein. Londres no está dispuesto a aceptar una salida que permita al presidente iraquí jactarse de haber plantado cara con éxito a Occidente. La simple consideración de que Sadam Husein pueda sobrevivir a esta guerra resulta inconcebible, aunque el Gobierno ha evitado manifestarlo públicamente.
La atmósfera en Whitehall era de desconfianza en lo que pudiera hacer Sadam y se hacía hincaplé en la contradicción existente entre el tono beligerante de su discurso la víspera y el plan de paz; se recordaba también cómo sus palabras, promesas y tratados habían sido sistemáticamente traicionados en el pasado en función de sus ambiciones.
Major dijo en Belfast no creer que el plan de paz fuera a dividir a la fuerza multinacional, el principal temor de Washington y Londres. El tiempo juega contra la campaña militar, que se vería dificultada por la inminente llegada del viento al desierto, y es muy improbable que Londres vaya a aceptar algo que imponga dilaciones.
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