90.000 ataques aéreos han destruído en un mes un tercio del poder militar iraquí
El general norteamericano Norman Schwarzkopf aconsejó iniciar el ataque terrestre contra las posiciones iraquíes porque entendió que las defensas de Irak estaban ya suficientemente ablandadas para evitar el mayor número de muertes entre las fuerzas de la coalición. Las 90.000 incursiones aéreas realizadas contra las unidades iraquíes y sus infraestructuras desde que el pasado 17 de enero comenzó la guerra han causado la pérdida de al menos un tercio del potencial bélico de Sadam Husein, según datos reservados que manejan los países occidentales involucrados en la guerra.
Dada la absoluta superioridad aérea de las fuerzas multinacionales, el curso de la guerra podía haberse mantenido bajo el mismo esquema hasta lograr un mayor desgaste iraquí, pero probablemente han prevalecido los criterios políticos para desencadenar el ataque terrestre en una fecha que, como tantas veces se había anunciado, es de escasa visibilidad nocturna, lo que aporta otras ventajas al avanzado armamento de la coalición, cuyos aviones, helicópteros o carros de combate se desenvuelven perfectamente en plena noche.Los principales factores militares que han influido en la decisión de comenzar la ocupación terrestre han sido los siguientes:
Amenaza aérea. El ataque terrestre ha sido factible en la medida en que la capacidad aérea iraquí es prácticamente inexistente frente a los 2.200 aviones de las fuerzas multinacionales -más unos 3.000 helicópteros- que han realizado las 90.000 misiones prácticamente sin peligro (34 aparatos perdidos, 200 según Irak). EE UU preveía perder un 10% de aparatos, pero el porcentaje es muy inferior.
De los 700 aviones de combate que tenía Sadam, más de un centenar de cazabombarderos -entre ellos varios Mig 29, el más avanzado en Irak -se refugiaron en Irán, otros 36 han sido destruidos en combates aéreos, 19 en pistas unos 150 al menos -según creen los coligados- han sido destrozados en sus refugios blindados. El resto tiene escasas posibilidades de actuar porque no disponen de pistas -las 40 existentes están destruidas o tocadas- o ayudas (radar e centros de mantenimiento). Cuenta, sin embargo, con media docena de aviones Etendard, que pueden lanzar misiles antibuque Exocet -al comienzo de la guerra tenía 880 misiles de ese tipo-, mientras otros aviones podrían se rempleados, desde pistas provisionales y con escasas posibilidades, para lanzar bombas con carga química.
Las minas. Las fronteras de Irak y Kuwait, así como la cista kuwaltí están plagadas de decenas de miles de minas anticirro, antipersonas y antibuque suministradas por la URSS, Taiwan, Italia y otros. En la última semana, los bombarderos de la coalición han utilizado incluso bombas de 50 toneladas y aire-combustible (BAE, usadas por primera vez en esta guerra) para abrir pasillos a las unidades terrestres. Los británicos han utilizado en esta misión BAE que denornirían Daiy Charlie Cutters (segadoras de margaritas: de 7.000 kilos de peso.
La mayoría de las minas, sin embargo, continúan enterradas y son uno de los principales peligros para los coligados, que en último término cuentan con blindados y bulldozers especiales para hacer estallar esos artefactos por delante de los soldados.
Armas químicas. Las fuerzas multinacionales creen haber destruido la capacidad iraquí de fabricar arinas químicas y bacteriológicas. También han destro zado 13 de los 17 depósitos para armas biolóincas y 16 de los 20 para armas químicas. El hecho de que hasta ahora no haan sido utilizadas por Sadam hace suponer a los colgados que son escasas las posibilidades de hacerlo. Creen además que su empleo será limitado y entienden que tanto sus soldados como los vehículos y barcos que emplean disponen de medios adecuados para defenderse de agresiones químicas (detectores avanzados, trajes especiales, caretas y vehículos estancos). Las fuerzas multinacionales también han destruido totalmente la capacidad industrial militar de Irak.
Carros utilizables. Irak tenía al iniciarse la guerra más de 5.000 carros de combate, 1.000 de los cuales eran del tipo T-72, los únicos capaces de enfrentarse en condiciones similares a los americanos M-1 Abrams o los Challenger británicos, Las fuerzas multinacionales aseguraron sólo unos días antes del ataque terrestre que ya habían destruido 1.300 carros iraquíes. Así, la ofensiva por tierra ha comenzado con 3.700 carros iraquíes frente a 3.350 de los coligados. Éstos, no obstante, ponen en duda que realmente Irak tuviera 5.000 carros antes de la guerra -creen que alrededor de 4.200-, pero sobre todo opinan que no están a pleno rendimiento los que le quedan.
Los carros iraquíes han estado demasiados días parados o enterrados y no tienen a punto sus sistemas de arranque, direcciones de tiro, embragues o filtros. Los carros de la coalición, por ejemplo, tienen que cambiar hasta dos y tres veces al día el accite del motor y una vez los filtros (atacados por el polvillo bautizado como talco). Para tenerlos al día, los carros deben moverse o poner en marcha sus inotores dos o tres horas al día, lo que que tampoco habrán podido hacerlo los iraquíes en sus sofisticados refugios. Un 20% de esos carros, dicen los coligados, no podrá funcionar.
Los carros que se pongan en marcha y salgan al aire libre -que es lo que buscan las fuerzas de la coalición- contarán con muy pocas posibilidades de enfrentarse a los ataques aéreos que sufrirán por parte de los aviones A-10, los helicópteros Apache o incluso los B-52.
Centros de mando. Irak contaba con una amplísima red de centros de mando y comunicaciones, la mayoría de ellos duplicados y enterrados. Las fuerzas de la coalición aseguran haber roto la red, aunque no hayan destruido más que un 60% (unos 80) de los centros de mando. Se sospecha que Husein, previendo este problema, dejó a sus mandos antes de la guerra órdenes selladas sobre lo que debían hacer en cada fase de la batalla. Pero ahora las unidades iraquíes no disponen de información en el tiempo adecuado para cursar las órdenes de movimiento a las tropas de retaguardia, encargadas de taponar las vías de acceso abiertas por las multinacionales. Por el contrario, las fuerzas de la coalición cuentan, minuto a minuto, con información obtenida desde aviones o satélites sobre los movimientos iraquíes.
Carreteras y puentes. Kuwait era ya un país, prácticamente aislado desde la pasada semana. Todas las autopistas y principales carreteras que unían Bagdad y Basora, así como las vías ferroviarias y los puentes sobre el Tigris y el Eufrates habían sido destruidos. Pero en zonas desérticas la ausencia de carreteras no impide el desplazamiento de vehículos, mientras los puentes han sido sustituidos continuamente por otros flotantes. Los convoyes, no obstante, han sido hostigados permanentemente por la aviación y en la última semana no ha llegado a su destino en el sur ni el 1% de los suministros enviados a la zona, sobre todo a la Guardia Republicana.
Suministros. Todo parece indicar que las fuerzas iraquíes estacionadas en Kuwait y en el sur de Irak no han tenido problemas con sus existencias de agua y alimentos almacenados antes de la guerra. También contarán en sus depósitos bajo tierra con repuestos y combustible para sus carros y demás vehículos. Sin embargo, será difícil que puedan mantener una línea de suministros con unidades que se desplacen lejos de sus centros de refugio.
Antes de la guerra, según datos de la coalición, el tráfico díarío de Bagdad hacia la zona de Basora era de unas 200.000 toneladas de productos militares y civiles. Dos semanas después se redujo a 10.000 toneladas díarías, y ayer era inexistente. De Basora a Kuwait, el tráfico díario antes de la guerra era de 80.000 toneladas. Ayer era nulo.
Guardia Republicana. Las seis divisiones de este cuerpo de élite de Sadam Husein han sido castigadas de forma ininterrumpida desde el comienzo de las hostilidades. En las últimas semanas, los ataques se hicieron división a división. De la VI, por ejemplo, los coligados destrozaron el 50% de su capacidad. También en este caso las fuerzas de la coal lción creen que han reducido en un 40% su capacidad de combate, no tanto ya por los carros de combate y vehículos blindados que han destruido, sino por los daños causados a su infraestructura y depósito.
Los misiles de Husein. Irak ha disparado hasta el inicio de la ofensiva terrestre 70 misiles Seud superficie-superficie. Las fuerzas multinacionales afirman haber destruido más de 40 lanzadores (fijos y móviles), pero desconocen si dispone de muchas más, y sí saben que tiene más de un millar de misiles. Tamb lén cuenta con medio centenar de lanzadores de misiles superficie-superficie Frog, que probablemente tienen capacidad para lanzar cargas químicas. Frente al ataque anfibio, Irak también podría utilizar misiles antibuque Silkworm de origen chino.
Capacidad de fuego. Además de los carros de combate o lanzadores destruidos, las fuerzas de la coalición aseguran haber destrozado 1.100 piezas de artillería. Irak puede utilizar todavía 2.100, algunas de las cuales -como los cañones de 155 milímetros de calibre- tienen capacidad para lanzar armas químicas a más de 30 kilómetros.
Frente a este balance iraquí, las fuerzas multinacionales están intactas, sus vías de suministro expeditas, los depósitos de munición y repuestos intocables y, además, toda una retaguardia distribuida por todo el mundo para hacer llegar todo lo necesario al frente en un tiempo mínimo. Sólo faltaba para iniciar el ataque terrestre que se produjera la orden, y ésta ya empezó a cumplirse juando la pasada se mana se adelantaron a las fronteras iraquí y kuwaití 300.000 soldados.
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