Batalla de tiburones

Un editor francés de libros para niños, Circonflexe, publicó el pasado año un album titulado Los avatares del rey Tatar. Tatar, un rey de los hipopótamos que parodia a Babar, el elefante, viaja a Europa, donde se topa con los especialistas en publicidad y mercadotecnia. Éstos quieren hacerle perder 20 kilos, le prohiben fumar en pipa y deciden vestirle de color de rosa. Tatar vuelve a África. "Prefiero", dice, "mi río con sus cocodrilos a este pantano lleno de tiburones".

El editor francés ha dado en el clavo. Si a los niños se les cae la baba ante Babar, a los hombres de negocios se les afilan los colmillos. En primer lugar, están las falsificaciones. Hace unos meses, la policía francesa incautó cinco toneladas de mochilas fabricadas en Taiwan. Habían sido decoradas sin permiso con las aventuras de Babar.

Más seria es la guerra por los derechos comerciales. En Francia dos grandes editores, Hachette y Larousse, libran ante los tribunales de justicia un duelo a cuchillo por la propiedad del elefante. En Estados Unidos el pintor Clifford Ross y los estudios canadienses Nelvana llevan locos a los tribunales federales. Tales enredos dan ganas a Babar de seguir el camino de su doble Tatar y regresar a África y sus cocodrilos.