La isla de la disidencia
Una docena de diputados israelíes de izquierda, contra la mayoritaria opinión antipalestina
ENVIADO ESPECIALAlgo más de 10 diputados situados a la izquierda del Partido Laborista, entre los 20 que integran la Cámara israelí, representan la escasa disidencia que se puede encontrar en Israel frente a posiciones dominantes como el rechazo virulento de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y de un marco internacional para resolver el problema palestino. Tres grupos -el Ratz, o partido de los derechos ciudadanos, con cinco diputados; el Jadash, de orientación comunista, con tres parlamentarios, y el Mapam, la izquierda sionista tradicional, con otros tres- vertebran la disidencia a la opinión mayoritaria en Israel.
A este colectivo de disidentes se pueden sumar ocasionalmente otros tres diputados de izquierda o incluso los cinco palomas de las filas laboristas. El voto liberal sobre el problema palestino es algo más amplio ya que incluye de manera permanente a una veintena de diputados.Las oficinas de Ratz, Jadash y Mapam, que vienen a aglutinar un 10% del electorado, son los únicos lugares de Israel donde perviven opiniones sobre Oriente Próximo afines a las que se suelen oír en Occidente. Pero la guerra, que ha reforzado el consenso entre el Likud y el laborismo hasta hacerlo prácticamente monolítico, también ha abierto grietas en el islote de los disidentes.
"Jadash ha dicho durante muchos años que la única solución al problema palestino es la negociación de Israel con la OLP. Pero, ahora, incluso la izquierda israelí ha dado un paso atrás en ese tema, debido al apoyo que Arafat le ha prestado a Sadam Husein", afirma Hashem Mohamid, diputado de Jadash y uno de los seis árabes israelíes que se sientan en la Kneset [Parlamento].
La actitud del líder de la OLP provocó, en efecto, un encedido debate dentro de la izquierda israelí, que se saldó con una solución de compromiso que se refleja en estas palabras del diputado de Ratz Dedi Zucker: "Creo que los palestinos han cometido el error más grave de su historia; pienso que tenían otras alternativas, que podían haberse mantenido al margen. Pero cada pueblo debe elegir a sus representantes, en eso no he cambiado de idea. Puedo pensar que alguien debería sustituir a Arafat, pero eso son sólo deseos".
Por lo demás, ni Mohamid ni Zucker piensan que la guerra del Golfo haya demostrado que el conflicto israelo-palestino sea secundario para la región. "No voy a decir que el problema palestino sea el único", explica el diputado árabe, "pero es un asunto que Israel debe resolver si quiere vivir en paz. Si Sadam Husein pierde la guerra, otro líder árabe levantará la bandera. La derrota de Sadam Husein no significará que los palestinos hayan perdido".
Piedra de toque
"No quiero caer en la ilusión ni dejar de pensar que el problema palestino es la clave. Constituye una piedra de toque para todos los regímenes árabes", responde Zucker.La única coincidencia clara entre estos diputados y la corriente de opinión dominante es, en palabras del representante del Ratz, "que la guerra es importante, porque está destruyendo el potencial militar iraquí". Hashen Mohamid añade: "Esa destrucción de arsenales es muy positiva, si incluye a todos los países de la zona. Pero no creo que el Gobierno israelí vaya a aceptar nunca una negociación de desarme. Tienen una gran desconfianza, lo que se llama el síndrome del gueto, y no sólo hacia los países árabes, sino hacia el mundo".
Para Mohamid, las restricciones que sufren desde antes de la guerra los palestinos de los territorios ocupados y el toque de queda actual constituyen "el primer paso para su expulsión por la vía de imponerles condiciones de vida insoportables". "No hay ningún motivo de seguridad que justifique esas medidas ni la miseria que generan, y no entiendo cómo el mundo' y en especial España, cuya posición en este conflicto me ha chocado, no reaccionan", añade.
Dedi Zucker coincide en que las restricciones sobre los territorios no se justifican por razones de seguridad, pero se muestra escéptico sobre la posibilidad de que oculte un plan para expulsar a los palest1nos. "La expulsión sólo Podría hacerse en tiempos de guerra, en un verdadero caos, y no tengo duda de que la mayoría del Likud sabe que esa medida es imposible. No creo que este Gabinete prepare la expulsión en secreto", dice. Sin embargo, frente a datos como el cierre de las universidades palestinas desde 1988, Zucker reconoce que la política hacia los habitantes de los territorios es "si no expulsarlos, sí machacarlos".
Mohamid teme que Israel esté avanzando ya hacia "un régimen de apartheid para los propios árabes israelíes".
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