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INTELECTUALES ANTE LA GUERRA DEL GOLFO/1

El fantasma de Argelia ronda de nuevo

El conflicto bélico causa divisiones en el pensamiento francés

Fiel a una tradición secular de toma de posición respecto a los grandes avatares de. la política internacional, la intelectualidad francesa se apasiona estos días por la guerra del Golfo. Partidarios y enemigos de la cruzada occidental contra Irak cruzan sus armas en las tertulias de los cafés de Saint-Germairi, los debates en la televisión y las, páginas de los periódicos. Y si hasta ahora la tensión no ha alcanzado los niveles conocidos durante la guerra de Argelia es sólo porque el conflicto del Golfo acaba de empezar y porque todavía no ha habido bajas francesas.Los extremos del debate se sitúan entre el llamamiento a la deserción y el sabotaje efectuado por el escritor Gilles Perrault, autor de La orquesta roja y Nuestro amigo el rey, y el entusiasmo cruzado del filósofo Bernard Henry Levy. Entre una y otra posición, la mayoría de los pensadores, escritores y artistas galos adoptan una actitud próxima al poder socialisla.

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Mitterrand admite sin tapujos que la invasión de Kuwait por Irak no es el primer problema de Oriente Próximo, y quizá tampoco el más grave. En el discurso al Parlamento en que anunció que Francia participaría en la guerra, el presidente recordó que los dramas palestino y libanés son mucho más antiguos que el kuwaití, sin que por ello "la comunidad internacional -eufemismo mitterrandiano para designar a Washington- se haya tomado nunca la molestia de intentar resolverlos.

El gran argumento de Mitterrand, aceptado con cierta resignación por buena parte de la intelectualidad, es que Francia debe combatir con los norteamericanos -si pretende hacer oír su voz en el futuro Yalta de Oriente Próximo. Sólo si paga un precio en sangre, piensa Mitterrand, Francia podrá intentar convencer a Estados Unidos de la necesidad de poner manos a la obra y "limpiar" de veras Oriente Próximo una vez derrotado Sadam.

Los pensadores socialistas Regis Debray y Julian Dray no son de esa opinión, y, pese a la disciplina de partido, lo hacen saber. Para ellos, ésta es sobre todo una guerra de Estados Unidos contra el mundo árabe, y Francia pagará su participación en el conflicto con el precio de la desaparición de su "relación privilegiada" con el Magreb y Oriente Próximo. Es un argumento que hace mella entre los sectores más nacionalistas, proárabes o antiamericanos del socialismo francés."Carnicería"

Firmante junto con Giselle Hall mi, Denis Langlois y un total de 75 personalidades de izquierda de un manifiesto contra la guerra, el escritor Gilles Perrault ha ido tan lejos que puede dar con sus huesos en la, cárcel. Para Perrault ésta "no es la guerra de Francia", ni tan siquiera la "guerra del derecho internacional" Ésta es una "carnicería" deseada por Estados Unidos para "meter en cintura al Tercer Mundo" en la persona de "ese insensato llamado Sadam".

Perrault se reivindica de la tradición pacifista de Anatole France y Jacques Prevert -cuya frase "Quelle connerle la guerre" (La guerra, qué gilipollez) se ha convertido en el lema de los ma nifestantes callejeros contra la intervención norteamericana. El actor Yves Montand piensa, por el contrario, que el autor de La orquesta roja sólo quiere "hacerse publicidad".

El belicismo de Montand, quizá el único pprsonaje público francés de pasado izquierdista que muestra su entusiasmo por el conflicto, no ha sorprendido a nadie en París. Un comentarista del diario Liberation lamentaba hace unos días que la aparición del filme Netchaiev está de vuelta permita al veterano actor "marearnos de nuevo con sus declaraciones intempestivas".

Excepción hecha de Montand, sólo los intelectuales de origen judío como el filósofo Bernard Henry-Levy, el escritor Mare Halter o el traductor André Chouraqui, y los amigos entusiastas de Israel como el director de la Opera Basulla Pierre Bergé, aplauden el castigo recibido por Sadam. Lo importante para ellos es que Estados Unidos esté haciendo por primera vez el "trabajo sucio" del Estado hebreo. Por esa misma razón el marroquí Tahar Ben Jelloun, escritor en francés, residente en París y ganador del Goncourt en 1988, se opone a la guerra, pese a su vieja antipatía por Sadam.

La guerra del Golfo ya ha provocado su primera gran baja en el seno del pensamiento francés. Con la escisión de SOS Racismo entre proísraelíes y proárabes se termina también el sueño de la década de los ochenta de un "nuevo pensamiento" -lo que Edgar Pisani y.lacques Attali llamaban "una nueva declaración de los derechos del hombre"- que establezca las reglas de convivencia y tolerancia en una sociedad democrática de culturas de origen diverso. Roger Garaudy, el filósofo ex miembro del buró político del Partido Comunista Francés (PCF), hoy convertido al islam, denuncia la "guerra colonial", y el fantasma de Argelia ronda de nuevo por el Café de Flore.

Solidaridad con Gilles Perrault

., Numerosos intelectuales franceses han firmado una declaración de solidaridad con el escritor Gilles Perrault, en la que aflirman que no aceptarán ninguna persecución legal contra él por haber efectuado un llamamiento a la "deserción" y el "sabotaje de la máquina de guerra francesa".

"En el eco enserdecedor de los misiles y las bombas, Perrault ha levantado su voz para despertarnos de esta pesadilla y denunciar lo intorerable", dice el manifesto. El texto está firmado por el ecologista René Durriont, el dibujante Wolinski, los escritores Maurice Nadeau y François Maspero, el filósofo Roger Garaudy, el grupo de rock Indochine, el cantante Renaud, el psicoanalista Felix Guattari, el diputado suizo Jean Zlegler y otras personalidades de la vida cultural gala.

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