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GUERRA EN ORIENTE PRÓXIMO

Fernández Ordóñez expresa en Mauritania la actitud española de apoyar iniciativas de paz

I. CEMBRERO / J. G. PALLARÉS El Gobierno español es proclive a apoyar eventuales iniciativas de la URSS, de los países magrebíes o de los No Alineados ante el Consejo de Seguridad que tiendan a poner fin cuanto antes a la guerra del Golfo, siempre y cuando no estén en contradicción con las 12 resoluciones aprobadas hasta ahora por ese órgano de la ONU que exigen la retirada iraquí de Kuwait, según fuentes diplomáticas españolas en la capital marroquí.

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Esta buena disposición española forma parte del mensaje que el ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, comunica desde ayer a los dirigentes del Magreb. El jefe de la diplomacia española llegó por la tarde a Nuakchot, primera etapa de este periplo, y, tras entrevistarse con su homólogo mauritano, Hassini Uld Didi, cenó con el jefe del Estado, coronel Moaula Uld Sidi Mohamed Taya.En Nuakchot, Fernández Ordóñez afirmó que uno de los objetivos de su visita era disipar los temores surgidos en la opinión pública en torno a la presencia de instalaciones militares iraquíes en suelo mauritano. Según el ministro español, el presidente de Mauritania desmintió que haya misiles iraquíes en territorio mauritano que apunten hacia las Islas Canarias, informa Efe. El ministro dijo que las relaciones hispano-mauritanas son excelentes y que las buenas relaciones de España con todos los países del Magreb se mantendrán sin muchos problemas" "Algunos de esos países", subrayó, "también están participando contra Irak".

Cuando sus interlocutores mauritanos insistieron en la necesidad de parar la guerra, cuanto antes, para no despilfarrar fondos de la ayuda al desarrollo Fernández Ordióñez les recordó que bastaría para ello "un gesto de Sadam Husein". A continua ción les confirmó la entrega de una donación española por valor de 450 millones de pesetas y una ayuda alimentaría de 4.000 toneladas de trigo. En Nuakchot e ministro español coincidió con el viceprimer ministro iraquí, Sa dun Hamadi, pero no se entrevistaron.

Informe de Dezcallar

A lo largo de su gira por cinco capitales, Fernández Ordóñez lleva en su cartera el informe, redactado por el director general de África, Jorge Dezcallar, y su adjunto, Miguel Ángel Moratinos, sobre las consecuencias que tendrá la guerra para las relaciones España-Magreb. Para elaborarlo, ambos altos funcionarios precedieron al ministro en su peregrinación norteafricana.

El informe, remitido también al presidente Felipe González, intenta evaluar el impacto de la contienda sobre tres aspectos de la relación bilateral: el político y de seguridad, el económico y el cultural. Sobre el primero asegura que, a corto plazo, España no tiene nada que temer, pero reconoce que, a medio plazo, si las sociedades magrebíes continúan deslizándose hacia el islamismo y el nacionalismo, la relación con España puede experimentar alguna que otra convulsión. Las aguas acabarán, sin embargo, volviendo a su cauce.

Si se restaura la nonnalidad, será, en gran parte, gracias a la creciente interdependencia economica entre la península Ibérica y Marruecos, e incluso Argelia. Para la exportación de 16.000 millones de metros cúbicos al año de gas argelino a Europa, a través de la costa marroquí y de España y mediante un gasoducto que requerirá una inversión de 300.000 millones de pesetas, se acaba de constituir en Rabat la sociedad Omegaz-Estudios, en la que particípan Sonatrach (Argelia), ESNPP (Marruecos), Enagás (España), Ruhrgas (Alemania), Gaz de France y Gas de Portugal. El informe recoge, sin embargo, el temor de que el islamismo suponga una renuncia a la industrialización del Magreb, incluida la virtual desapanción del sector turístico, y provoque una vuelta a la llamada economía de bazar", incapaz de proporcionar puestos de trabajo a una población en pleno auge demográfico. Es de prever entonces que la emigración magrebí hacia Europa se acentúe.

El pesimismo es aún mayor a propósito de la penetración sociocultural española, y europea en general, en un Magreb tentado por su total arabización, en el que los centros culturales e institutos españoles están abocados a ser frecuentados por una muy selecta minoría.

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