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GUERRA EN ORIENTE PRÓXIMO

La destrucción desde el aire no se ha cebado con Kuwait

La vida continúa en el emirato ocupado

Antonio Caño

ANTONIO CAÑO ENVIADO ESPECIAL Kuwait sigue en pie, con la mayoría de sus edificios intactos y más provisiones que las principales ciudades iraquíes, según relatan algunas de las decenas de miles de personas que han abandonado el emirato en los últimos días aconsejadas por los militares iraquíes que han hecho ya los últimos preparativos para la gran batalla terrestre. Los testimonios de los habitantes de Kuwait en la frontera de Ruweished, en Jordania, después de un viaje de 48 horas esquivando bombas a través de Irak, resultan sorprendentes para. quien imagina Kuwait como un infierno de destrucción.

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La realidad de que los únicos signos de vida no son los portadores de uniformes verde olivo hace pensar inevitablemente en la infinita capacidad de adaptación del hombre al medio.Iyal, por ejemplo, un joven palestino de 24 años de edad, acudía diariamente a su trabajo como ayudante en una clínica dental hasta que el pasado domingo su jefe le transmitió el consejo de las autoridades iraquíes de abandonarlo todo ante la ofensiva inminente de las tropas de la coalición.

Iyat agarró el coche, lo cargó hasta los topes, metió en él a sus padres y a sus dos hermanos y emprendió la ruta de 1.600 kilómetros hacia la casa de unos parientes en un campamento palestino de Ammán. Abocado a seguir adelante por una carretera semidestruida y continuamente bombardeada, creyó haber dejado atrás un paraíso.

Una de las peores etapas de la ruta es la frontera entre Kuwait e Irak, donde parece estar concentrado el grueso de la Guardia Republicana. "En esa zona hay 10 kilómetros en los que las bombas caen continuamente sobre lugares que ya han sido antes bombardeados. Es peor de lo que nadie pueda suponer", dice otro palestino, estudiante de informática, que no quiere decir su nombre.

Atrás habían dejado sus casas intactas y unas buenas ganancias acumuladas durante, 10, 20 y, a veces, 30 años de trabajo. Casi todos coinciden en que los edificios de Kuwait City se encuentran en buen estado. Sólo alguna mezquita y alguna sede estatal han sido alcanzadas por los bombardeos. También desmienten la mayoría de ellos la versión de que las tropas iraquíes han expulsado a la gente de sus casas para convertirlas en fortalezas militares. "Solamente en las poblaciones de la frontera con Arabia Saudí los iraquíes desalojaron a los habitantes hace varios días, pero no en Kuwait", asegura Nayeb, que conduce un buen coche comprado con su trabajo como ingeniero.

Obviamente, no están en condiciones de explicar los preparativos militares iraquíes. Sólo recuerdan que la presencia militar en la capital kuwaití no es excesiva, aunque se reconocen algunas baterías antiaéreas y vehículos blindados.

En las afueras de la ciudad sí han observado un fuerte despliegue militar -"tanques que vienen y van, y otros tanques más grandes que a veces van tapados"-, y han visto muchos soldados protegiéndose en grandes trincheras.

Sin luz, gas y teléfono

Como en las ciudades iraquíes, en Kuwait falta la gasolina., el teléfono y escasea la electricidad, aunque se puede encontrar comida a un precio desorbitante. Una docena de huevos cuesta 120 dólares; un saco de 50 kilos de arroz, 900 dólares; un pan, siete dólares.

Pese a estas condiciones, la mayoría de los que huyen tenían su vida en Kuwait y estaban dispuestos a encontrar allí su muerte también, si no hubieran perdido el trabajo y, con él, el único medio de subsistencia. Aun así, uno de los viajeros tuvo que dejar allí a cuatro hermanos porque no cabían en el coche y no había más vehículos disponibles.

Otros estuvieron a punto de perderlo todo en la huida. Como Khiten Faerunia, al que todavía le retumban los oídos por la explosión que destruyó, a 350 kilómetros de la frontera jordana, el autobús en el que viajaba junto a otras 49 personas.

Ninguno de ellos murió, pero tuvieron que esperar un día en la carretera hasta que otro autobús llegó desde Ruweished a recogerlos. El chófer dice que la vía entre la frontera y Bagdad tiene un enorme socavón de bomba cada 20 kilómetros aproximadamente.

En el recorrido han apreciado que las ciudades iraquíes están más destruidas que Kuwait. Por todo el país se ve gente caminando con sus pertenencias a cuestas hacia lugares seguros, pero los viajeros llegados a Jordania no hablan de pilas de cadáveres.

Sólo uno de ellos, Allah Samirh, confiesa haberse cruzado con ambulancias y con camiones militares cargados de muertos, aunque no pudo distinguir si civiles o soldados.

Sin nacionalidad

Allah Samirh nació hace 17 años en Kuwait, pero las antiguas autoridades del emirato no le reconocieron la nacionalidad kuwaití por ser hijo de palestinos, así es que sus padres tuvieron que gestionarle un pasaporte jordano para concederle alguna identidad. Un problema generalizado para los palestinos del emirato.

Ni Allah Samirh ni otros muchos palestinos que han pasado media vida en Kuwait sienten ninguna simpatía por la derrocada familia Al Sabai. Parecen tener más por los iraquíes, a los que atribuyen un trato correcto con la población kuwaití.

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