Varios militares dirigían la firma española que hizo en Irak 150 'bunkers' de aviones y plataformas de radar
La firma española Gestiones Reunidas de Construcción, SA (Grecsa), construyó en Irak, entre 1980 y 1988, alrededor de 150 bunkers para cazahombarderos en seis bases aéreas iraquíes y unas 50 plataformas para radar diseminadas por todo el perímetro de las fronteras del país. Según personas que participaron en el proyecto, el contrato ascendió a unos 20.000 millones de pesetas. Luis Montero de León, Francisco Llorca Rodrigo y Francisco Romero eran los máximos directivos del proyecto, y los tres eran militares, en diferente situación, del Ejército de Tierra español.
Las bases aéreas en que Grecsa desarrolló gran parte de sus obras eran las de Dalad -entre 22 y 24 bunkers-, situada a unos 60 kilómetros de Bagdad, en dirección a la ciudad de Mosul, próxima a Turquía; Hannaniya, a 65 kilómetros al norte de la capital en dirección a Jordania; Rutba, junto a la ciudad de Ranísoli, en la zona conocida como H-3, al Este del país; Khadissya, cercana a Kuwait, y Nassiriyah, al Sur, entre Bagdad y Basora. La compañía española también construyó bunkers en otra pequeña base aérea muy cercana a Bagdad.Teniendo en cuenta que Irak disponía antes de la guerra actual de unos 800 aviones, pero que no se fabricaron bunkers para todos ellos, se calcula que Grecsa realizó protecciones para casi la mitad de la fuerza aérea de combate. Otros refugios similares fueron fabricados por la firma belga Six Constrat International -en ocho bases- y por otra empresa yugoslava. Belgas y yugoslavos, según las fuentes informantes, también realizaron polvorines.
La empresa yugoslava -Irak y Yugoslavia mantuvieron buenas relaciones durante la guerra- desplazó a numerosos trabajadores a la zona. Sólo en Bagdad había más de 1.500. Grecsa, por su parte, sólo desplazó a una veintena de empleados españoles, mientras el resto de trabajadores eran contratados de diversas nacionalidades, especialmente paquistaníes, egipcios e iraquíes (estos últimos, pocos, y, sobre todo, dedicados a seguridad).
Diseño británico
El diseño para que Grecsa pudiera fabricar los refugios blindados fue adquirido a una empresa británica. A partir de ese diseño, la empresa española introdujo ligeras modificaciones. Los fabricantes aseguran ahora que, teniendo en cuenta el material empleado y la forma de construcción, será muy difícil que los bombardeos de las fuerzas multinacionales hayan generado importantes daños en los bunkers.
Los refugios de Grecsa tienen 38 metros de largo, 15 de ancho y 7,5 de alto. Los utilizados por dos aviones tenían más de 20 metros de ancho y 7,80 de alto.
La construcción se iniciaba con la instalación de dos grandes zapatas (bases o cimientos) de 1,10 metros de altura por 0,90 de ancho colocadas de forma paralela a lo largo de los 38 metros y enterradas bajo tierra. Sobre esas dos zapatas se colocaban, en forma de arco de medio punto, las distintas capas que compondrían el blindaje del refugio. En primer lugar, se ponía una plancha de acero ondulada. Sobre ella, una malla de acero electrosoldado (denominada mallazo) y recubierta de cemento. Por encima, dos capas de entramado de acero más grueso, igualmente cubiertas de cemento. Seguidamente, se añadía una nueva capa de cemento armado y, finalmente, tela asfáltica.
El grosor de todas esas capas es de unos 60 centímetros, pero, para mayor seguridad, los refugios eran recubiertos totalmente con arena.
Las puertas de los bunkers, que pueden abrirse con sistemas eléctricos o manualmente, son de dos hojas, cada una de las cuales pesa 40 toneladas. La entrada está protegida por una pantalla blindada construida a unos cuantos metros. Cada pantalla, con más de 16 toneladas de acero en su interior, tiene nueve metros de largo, seis de alto y uno de espesor.
La distribución de los refugios en cada base se hacía en grupos de seis: tres se colocaban en una dirección determinada y otros tres en otra. Dentro de cada bunker se instalaron grupos electrógenos en previsión de que pudieran ser destruidas las redes eléctricas normales.
Mientras duraron las obras, los principales directIvos de Grecsa permanecieron en Madrid, mientras los trabajos eran supervisados en Bagdad por Francisco Romero -hoy ya fuera de la compañía-, que intervenía como delegado. La mayoría de los pagos iraquíes a Grecsa se efectuaban a través del banco Rafi Dain Bank, desde donde se hacían transférencias periódicas a Suiza. De acuerdo con las condiciones del contrato, tres partes del mismo se pagaron en divisas y el resto en dinares iraquíes.
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