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GUERRA EN ORIENTE PRÓXIMO

Cheney y Powell preparan la gran batalla

La ofensiva final sobre Kuwait se acerca a marchas forzadas. Los máximos responsables del Pentágono, el secretario de Defensa, Dick Cheney, y el jefe del Estado Mayor conjunto, general Colin Powell, se reunirán hoy en Arabia Saudí con el responsable de la Operación Tormenta del Desierto, general Norman Schwarzkopf, y el resto de los mandos multinacionales en el campo de operaciones para evaluar sobre el terreno la marcha de la guerra y poder informar al presidente George Bush sobre los efectos reales que tres semanas de bombardeos incesantes han tenido sobre el Ejército iraquí.

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La misión de Cheney y Powell (que ayer mismo advirtió que la guerra está aún lejos de su fin), ordenada personalmente por Bush, se considera en Washington como el preludio de una ofensiva terrestre sobre el emirato ocupado por Irak el 2 de agosto. Ambos dirigentes mantendrán también conversaciones con el rey Fahd de Arabia Saudí y altos funcionarios del Gobierno de Riad antes de regresar el lunes a la capital norteamericana para someter sus conclusiones a Bush.El presidente rompió su cautela habitual sobre la duración de la guerra y, sin comprometerse a un calendario fijo, manifestó ayer, en un discurso pronunciado ante el Club Económico de Nueva York, que no cree que el conflicto dure demasiado.

A pesar del intenso debate político interno sobre la oportunidad de iniciar un ataque terrestre sin que la aviación haya cumplido totalmente su objetivo, Bush tomará la decisión final exclusivamente sobre la base de los informes militares que le sometan Cheney y Powell. Los enviados de Bush se entrevistarán, además de con Schwarzkopf, con el resto de los mandos de las fuerzas terrestres en la coalición internacional, una anfictionía similar a la creada en la antigüedad por las ciudades griegas confederadas para combatir la hegemonía de Atenas.

El líder de la mayoría demócratra en el Senado, George Mitchel, uno de los candidatos a la nominación de ese partido en las presidenciales de 1992, volvió a pedir el miércoles la prolongación durante semanas de los ataques aéreos contra las posiciones iraquíes con la esperanza de evitar las inevitables bajas de una ofensiva por tierra que parece ya inevitable. El propio Bush declaró el martes su "escepticismo" sobre la posibilidad de que la victoria final pudiera conseguirse sólo con la guerra en el aire, y todos los movimientos navales y terrestres de las fuerzas norteamericanas y confederadas en la zona en los últimos días apuntan en esa dirección.

Otro veterano de la segunda guerra mundial, el acorazado Wisconsin, sustituyó ayer al Missouri en la tarea de bombardear posiciones iraquíes en Kuwait a pocas millas de la costa. La impunidad con la que los barcos norteamericanos y británicos operan en el norte del Golfo constituye el ejemplo más fehaciente de la destrucción de la marina iraquí y de la práctica desaparición de los cielos de la fuerza aérea de Irak.

Frente político

En el frente político, George Bush telefoneó ayer al presidente sirio, Hafed el Asad, cuyas fuerzas intervinieron por primera vez en el conflicto con un intercambio artillero contra posiciones iraquíes el pasado miércoles, para asegurarle que los aviones de la coalición no dirigían sus ataques contra objetivos civiles ni religiosos.

Con relación al virulento discurso anti-occidental pronunciado el pasado miércoles, día 6, por el rey Husein de Jordania, el presidente norteamericano, que hasta el comienzo del conflicto mantenía una estrecha relación personal con el monarca hachemita, manifestó a los periodistas que viajaban con él en el avión presidencial Air Force One camino de Nueva York que la decisión de Jordania de ponerse abiertamente al lado de Irak frente al resto del mundo constituía "un grave error".

Bush rechazó tajantemente la propuesta a favor de un alto el fuego hecha por el monarca hachemí.

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