El cine egipcio convierte a Sadam Husein en 'El matón'
El filme tiene un presupuesto de 25 millones de pesetas
El matón, del joven director egipcio Adel Auad, puede que no sea exactamente Sadam Husein, pero le simboliza, y la película va a entenderse como una metáfora de la crisis del Golfo. Alfataua (El matón) es, sobre todo, un filme simbólico. "Para que sea neutral, ni a favor ni en contrade Sadam Husein, porque si se muestra un calco de la realidad se termina tomando partido", explica cauteloso Adel Auad. La acción transcurre así en un barrio cairota de hace 150 años, donde vive uno de esos fataua, una especie de matón que a la vez protege a sus vecinos y les atemoriza con su fuerza.
El protagonista, Ahmed Saqui, ocupa una de las calles y espanta a sus vecinos. De alguna forma, se establece un paralelismo entre la personalidad del matón y la de Sadam.Auad es un joven, aunque consagrado director de cine egipcio, al que no parece haberle afectado la crisis traída al Hollywood del mundo árabe por la invasión de Kuwait. "Farid me había propuesto una idea que rechacé, mis socios consideraron una propuesta mía demasiado costosa y Farid la hizo suya", explica con modestia en referencia al productor de su próxima película, Farid Abdelasís, que ha puesto las 750.000 libras egipcias necesarias para el rodaje.
Tal cifra, el equivalente de 25 millones de pesetas, dobla los gastos habituales de una película media en Egipto. "Se trata de un filme histórico con un vestuario y un decorado bastante costosos", justifica Auad. La realidad es que se trata de un proyecto ambicioso cuyos impulsores esperan poder doblar al francés y al inglés para intentar sacar la producción fuera del gueto árabe.
"El cine árabe tiene casi un siglo de tradición y abarca todos los géneros, pero no es conocido fuera de nuestras fronteras porque no existen traducciones, y sólo la suerte hace que se pueda ver en festivales", comenta Auad.
Censura
La temática y la censura hacen difícil el salto para los cineastas árabes, lo que en el noventa por ciento de los casos significa decir egipcios. "Cuando no se entiende un lenguaje lo que más llama la atención son las imágenes, bien de acción o de contenido erótico. Éstas, así como algunos contenidos políticos, están prohibidas en n nuestro país ", lamenta el joven director egipcio.Egipto es el único país árabe con una industria cinematográfica consolidada, que produce al año una media de un centenar de películas. Detrás de esta industria, la única que exporta el 100% de su producción, se encuentra una entramada red de financiación que le ha permitido vivir todos estos anos, pero que ahora puede ser la causa de su ruina.
Hasta la invasión de Kuwait el pasado 2 de agosto, ese emirato costeaba el 15% de todos los filmes que se rodaban en Egipto. Otro 7% estaba a cargo de Irak. Directores, productores y actores confían en que tras la guerra las autoridades kuwaitíes se acuerden de que en estos meses también se han producido varias películas. De momento, el dinero no llega y "las pequeñas productoras han tenido que cerrar sus estudios", explica Auad. "Ahora sólo las películas con muchas garantías de éxito obtienen el respaldo fnanciero necesario", añade el director.
Egipto, con sólo 150 salas de cine, resulta un mercado insuficiente para recuperar la inversión realizada, más aún cuando la ausencia de una ley de copyright adecuada ha generalizado el pirateo en vídeo y los derechos de exhibición en la televisión nacional son ridículos. El cine egipcio sobrevive gracias al mercado árabe, y en especial al de las ricas monarquías de la península Arábiga. Según estimaciones de medios cinematográficos, sólo Arabia Saudí compra entre el 30% y el 35% de toda la producción del país del Nilo.
1990 ha resultado un año estupendo, con 125 películas estrenadas, aunque las consecuencias de la crisis empiezan a dejarse sentir, con proyectos aparcados y muchas carreras artísticas pendientes de un hilo. "Todavía es pronto para saber lo que va a pasar este ano, pero esto también tiene su lado positivo", asegura Auad, "la ayuda kuwaití no cabe duda de que contribuía a las finanzas, pero también constreñía, de alguna manera, el gusto, Ahora podemos tener la libertad". Él, como muchos otros jóvenes cineastas, confía en que la crisis les sirva para reflexionar con una lógica egipcia, y no al mero dictado del dinero del Golfo.
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