La equivocada apuesta de Arafat
IGNACIO CEMBRERO El coste político y económico de su alineamiento con Sadam Husein esta alcanzando para la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) un precio insospechado, sin que se vislumbre aún qué beneficios puede reportarle cuando, al finalizar la guerra, Estados Unidos y sus aliados intenten promover arreglos para los eternos conflictos de Oriente Próximo empezando por el árabe-Israelí.
"Mis gentes, mis oficiales, están con Sadam Husein", recordaba en Túnez Yasir Arafat hace cuatro meses al jefe de la diplomacia española, Francisco Fernández Ordóñez, para explicar el alineamiento de la OLP con Irak a pesar de su condena de principio de la anexión de Kuwait. Desde entonces. Abu Ammar, como llaman sus seguidores a Arafat, ha alternado sus llamamientos a la paz con encendidas proclamas anunciando: "Lucharemos codo a codo en la gran batalla y rezaremos juntos en Jerusalén". "Los combatientes iraquíes y los lanzadores palestinos de piedras tienen una cita común con la historia".
Desde que 10 días después de la invasión del emirato Sadam Husein estableció un vínculo entre su hipotética retirada de Kuwait y la convocatoria de una conferencia internacional que solucione la cuestión palestina, el grueso de los militantes y simpatizantes de la OLP respaldaron a un líder árabe que tenía el mérito de poner con fuerza sobre el tapete el candente problema de un pueblo árabe sin Estado.
Este apoyo fue tanto más espontáneo cuanto que los palestinos tenían el sentimiento de haber hecho muchas concesiones, hasta llegar a reconocer a Israel, en aras a iniciar un diálogo con EE UU, preámbulo de una negociación con el Estado judío, que Washington rompió bajo un pretexto fútil.
El sentimiento de injusticia de los palestinos se vio acentuado cuando quedó claro el empeño de George Bush en lograr el cumplimiento de las recién aprobadas resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, que exigen la evacuación iraquí de Kuwait, mientras aquellas de 1967 que piden la retirada israelí de los territorios ocupados siguen sin ponerse en práctica. A un Fernández Ordóñez que le recordaba el necesario acatamiento a los últimos textos votados por el Consejo de Seguridad Arafat contestaba ironizando que tenía en su mesa de despacho pilas de resoluciones de la ONU sobre la cuestión palestina menospreciadas por Washington. No se juzga, añadía, con el mismo rasero una y otra ocupación.
Esta identificación de los palestinos con su nuevo abanderado, Sadam Husein, ha supuesto para la OLP una gran pérdida de prestigio y credibilidad ante los Ojos de EE UU y sus principales aliados, que ponen ahora en duda su anhelo negociador y aluden incluso a la reanudación de sus nexos con el terrorismo árabe. Algunos árabes moderados, como el egipcio Hosni Mubarak, se confiesan desilusionados por el nuevo rumbo palestino.
Pero su respaldo al dictador iraquí conlleva, además, consecuencias económicas graves para la organización liderada por Arafat, cuyos ingresos han experimentado una drástica disminución obligándole a recortar en un 30'Y,, su presupuesto de funcionamiento, según el corresponsal en Túnez del diario francés Le Monde.
Las monarquías del Golfo no sólo han interrumpido sus transferencias financieras a la OLP, sino que han dejado de contribuir a la Intifada en los territorios ocupados, e incluso Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos han expulsado a vanos cientos de activistas palestinos. Los cerca de 400.000 palestinos afincados hasta agosto en Kuwait han dejado ademas de pagar sus impuestos a la resistencia o de enviar remesas a Cisjordanía y Gaza. La historia dirá, por último, si antes del estallido del conflicto la OLP no tuvo que pagar también un tributo en vidas humanas por seculidar a Irak. El asesinato en Túnez de su número dos, Abulyad, Y de otros dos palestinos a manos, probablemente, de un agente de AbLi Nidal. ha incitado a diarios como el calrola Al Gonmiria a atribuir el atentado al régimen iraquí.
Encargado de los asuntos de seguridad el lugarteniente de Arafat. cuyos chivatazos permitieron abortar alguna acción terrorista en Europa presumiblemente planeada por Abu Nidal, era en la cúpula palestina uno de los más reacios al alineamiento con Sadam Husein.
Factura
Pero la OLP no ha acabado aún de pagar la factura de haberse coaligado con un líder árabe abocado a una probable derrota. Si EE UU se decide, tras vencer en la guerra, a impulsar una negociación de paz árabe-israelí, tendrá tendencia a mostrarse más Inflexible que hasta ahora sobre las condiciones de su celebración y desarrollo. Será más difícil que acepte sentarse en la misma mesa que la actual dirección palestina, vencida junto a Sadam, y sera aún más receptivo a las exigencias de seguridad de un Estado judío que eleva constantemente el listón.
A pesar de esta negra perspectiva, sólo una pequeña minoría dentro de la OLP cree que ha llegado el momento de recuperar su propia causa para garantizarse un cómodo asiento en la mesa de negociación. La mayoría apuesta por que la derrota militar de Sadam no impida su victoria política cuando gran parte del mundo árabe se alce contra EE UU dando así un formidable espaldarazo a la causa palestina.
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