La guerra del Golfo y los lectores
La información sobre la manifestación de 80.000 estudiantes en Madrid el 15 de enero y convocada por el Sindicato de Estudiantes -reflejada en EL PAÍS el 16 de enero- creemos que podría llevar a pensar a algún lector que el servicio de orden estuvo implicado en los incidentes que se produjeron una vez acabada. En realidad fue todo lo contrario.La lucha que el Sindicato de Estudiantes está desarrollando en los últimos meses contra la intervención imperialista en el Golfo persigue demostrar la oposición masiva de la juventud a la política del Gobierno y de la coalición internacional apoyada por la ONU, y esto es incompatible con el alboroto y la violencia individual de los provocadores.
Nuestra intención es aglutinar la protesta de los jóvenes en la calle, de la forma más masiva posible, para demostrar que el respaldo del Parlamento español a la política imperialista no representa el sentimiento mayoritario de la población. Los jóvenes no queremos ser carne de cañón del Gobierno de Estados Unidos y sus aliados.
Para conseguir que se haga realidad la consigna del Sindicato de Estudiantes, "ni un soldado, ni una bala, ni una peseta para esta guerra", no necesitamos actos de vandalismo, sino huelgas y manifestaciones de masas que culminen en una huelga general de estudiantes y trabajadores que debería ser convocada ya por los dirigentes de la Unión General de Trabajadores y de Comisiones Obreras.
Desde las luchas de 1986, el servicio de orden ha sido una conquista de los estudiantes para defender nuestro derecho a manifestarnos contra todo tipo de agresiones.
Muchos de los estudiantes de entre los miles que han formado estos servicios de orden nos han transmitido su indignación por dicha información, pues muchos de ellos han tenido que soportar agresiones de fascistas, cargas policiales o provocaciones de simples gamberros, arriesgando su integridad física para defender la libertad de expresión de sus compañeros.- de la comisión ejecutiva del Sindicato de Estudiantes.
Profesores, personal de administración y servicios y alumnos del Instituto de Bachillerato Barri Besòs y de la escuela BUP-Gregal, impresionados frente a la guerra como un medio de resolución de los conflictos y el escaso interés para establecer un verdadero diálogo, manifestamos nuestro profundo malestar por la degradación moral colectiva que supone esta aceptación de la fuerza y nuestra enérgica repulsa por la vergonzosa ambigüedad del Gobierno español en lo que refiere a su implicación en el conflicto.
Desde aquí instamos a otros colectivos a construir una extensa campaña en contra de la guerra y a la convocatoria de una conferencia de paz como instrumento para resolver los conflictos pendientes en Oriente Próximo.- Carme Batlle y 203 Firmas más. Barcelona.
Soy ciudadana del mundo y, en calidad de tal y como parte integrante de una sociedad que tiene la pretensión de denominarse civilizada, considero que tengo el derecho de hacer patente mi opinión ante hechos de importancia tan relevante que pueden llegar a cambiar no tan sólo el curso de la historia, sino el de la misma vida.
Desde el punto en que tenemos constancia de actitudes y reacciones vivas, sabemos que siempre ha habido dominados y dominadores, vencedores y vencidos; en definitiva, líderes que se han proclamado caudillos absolutos de una parte más o menos extensa del orbe.
Estamos ante un momento crucial de la historia. Tenemos la posibilidad de vivir y convivir en paz. Yo diría aún más. Tenemos el total derecho, como seres humanos, a convivir en paz absoluta. No nos dejemos llevar por orgullos, intereses y excesos de poder equivocados. Seamos capaces de entrelazar todas las manos para sentir la gran felicidad de vivir. Hagamos uso de la razón y el corazón. ¡Vivamos en paz!- E. Sanjuán. El Masnou, Barcelona.
Supongo que la censura oficiosa o la autocensura de los medios de comunicación no permitirán que esta carta salga a la luz.
Franco dijo que lo dejaba todo bien atado y tenía razón, pero no lo hizo por donde él pensaba, sino porque los medios del poder, incluida la prensa, están mayoritariamente en manos de personas educadas en el seno del franquismo. Así, su cerebro ha
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quedado bien lavado y predispuesto a evitar que en España haya una democracia con prestigio, la única que conseguiría la ansiada reforma agraria y la industrialización del campo en sus orígenes, Andalucía, Extremadura, Castilla y otras regiones de España condenadas a ser pobres para siempre.
Todos los países capitalistas han coincidido en decir que la última palabra para evitar la guerra la tenía Irak, y se dirigían a su presidente pidiéndole que lo hiciera, pero a Bush nadie se lo pide. No entiendo cómo se puede negociar sin ceder las dos partes.
¿Cómo se puede juzgar a Irak por haber ocupado lo que le pertenece y no se juzga con la misma severidad a Israel, que ocupó el sur de Líbano, las alturas del Golán de Siria, la Cisjordania y Gaza de Egipto mucho antes de que Irak ocupara Kuwait? Y no hablo ahora de otros países colonialistas.
Antes se hablaba de la URSS y de los países satélites. La ONU es un eufemismo bajo el que se oculta el nombre de EE UU y sus países satélites (salvo honrosas excepciones).
No sé dónde queda el orgullo de la Europa ilustrada, que ahora se dedica al seguidismo servil, que puede llevarla a la ruina y a cosas peores.
Antes, los esclavos eran personas sin civilizar y, por tanto, analfabetas. Ahora queda demostrado que los países civilizados y con sabios también pueden ser esclavos de su propia miseria moral. Se venden al mejor postor; los de antes no se vendían, sino que los compraban por la fuerza.- Luis Buil. Solsona (Lérida).
Los alumnos de la Escuela de Adultos Freire hemos realizado hoy día 15 de enero un debate sobre el conflicto del golfo Pérsico y queremos manifestar lo siguiente: que estamos en contra de cualquier guerra. Que ésta favorece a EE UU y a sus aliados y que aumenta las diferencias entre los países ricos y pobres. Que los políticos sólo tienen en cuenta intereses militares y económicos. Que nuestro Gobierno ha intentado que la opinión pública sea favorable a la guerra. Que para conseguirlo atemoriza y amenaza a la gente con anuncios de males peores.
Porque dudamos de esas corrientes de opinión también nos hacemos las siguientes preguntas: ¿cuál es el verdadero papel que tiene España en el conflicto? ¿E] objetivo es expulsar a Sadam Husein de Kuwait? ¿Cuál es la postura de Israel sobre sus territorios ocupados? ¿Sadam Husein es un HitIer, como nos quieren hacer creer? ¿Qué ha hecho el Papa para evitar la guerra? ¿Ha sido inútil el bloqueo económico? ¿Acaso el hambre, la enfermedad y la ignorancia no son tan temibles como la guerra? ¿Qué países se movilizan? Ante todo esto, el día 15 representa para nosotros preocupación, angustia, impotencia. Y nos preguntamos: con la guerra ¿qué pueblos serán los más perjudicados? ¿No sería mejor preguntarse si habrá algún pueblo que se salve? ¿Cuál es el objetio de esta guerra? Sadam Husein ha invadido Kuwait y debe ser expulsado. EE UU ha invadido Panamá, interviene en otros Estados suramericanos y ningún país se moviliza. Israel ocupó Gaza y Cisjordania y el resto del mundo no movió un solo dedo.- Carlos Morras de la Escuela de Adultos Freire. Barcelona.
"Puedo escribir los versos más tristes esta noche. / Escribir, por ejemplo:..." A las cinco de la tarde, los pilluelos de siempre, recién liberados de sus cadenas escolares, "berrean y sestean", "como recién salidos de un naufragio de sangre", junto a la plazoleta que hay al lado del mercado, organizando apasionantes derbies futbolísticos entre los del bloque 24 y los del 32. Destaca, por encima de los demás, el hijo del portero, que a cambio de cinco duros se marca una chilena con buenas dosis de espectacularidad. No saben, ignoran que a muchos kilómetros de distancia de su entrañable plazuela otros niños, cualesquiera, han cambiado la alegría por el miedo, la pelota por un fusil y el colegio por un trasnochado nomadismo sin rumbo fijo. Esos niños, demasiado acostumbrados a convivir con la sombra de la muerte como para sentirse sorprendidos ante ella, ya no juegan en sus plazuelas, tan sólo esperan que el cielo se ilumine con la vergüenza de esos que nunca se sentirán responsables de nada. "Al Fin de la batalla, / y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre". Ya nada parece poder evitar la contienda, tal vez la solidaridad: "Entonces, todos los hombres de la Tierra / ... / abrazó al primer hombre; echóse a andar..." La tarde declina mientras el tiempo impone su imponderable dictadura. Me voy a la plazuela; tal vez el hijo del portero conecte una buena huguina; afortunadamente, él aún puede seguir aprendiendo a sonreír. "Tristes guerras si no es amor la empresa. / Tristes. Tristes".- Gustavo Adolfo Medina. Madrid.
En la información que se está dando en los medios de comunicación sobre la crisis del Golfo se constata la marginación de la opinión de numerosos grupos de pacifistas, ecologistas y población civil en general.
En el desarrollo del conflicto del Golfo parece ser que los medios de comunicación sufren de amnesia colectiva para recordar que en este último decenio se ha batido el récord Guiness en la violación de los derechos humanos sin que por ello, el "orden internacional" se desmelenase por la guerra (millones de víctimas inocentes en Suráfrica, Argentina, Chile, Palestina) y otras monstruosidades universales (los 150 millones de ciudadanos que van a morir de desnutrición en la próxima década). En estas situaciones la indiferencia del "orden internacional" ha sido unánime y aplastante, una tolerancia con el mismo efecto devastador que la utilización de toneladas de armamento.
La ocupación de territorio kuwaití por Irak ha tocado de lleno el corazón financiero de Occidente, y se ha alegado hipócritamente la violación del derecho internacional. Se trata de un cinismo desbocado, porque los Estados que nos gobiernan carecen de fundamentos morales para trabajar por la paz.
No es extraño que la población civil de todo el mundo asista a este espectáculo de forma perpleja y desconcertada. ¿Cómo se puede conciliar el impulso vital hacia la vida con los aires preliminares de guerra?- Marina Palmero. La Floresta, Barcelona.
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