EE UU reconoce combates aéreos con Irak
ENRIC GONZÁLEZ ENVIADO ESPECIAL, El mando militar norteamericano instalado en Arabia Saudí reconoció ayer que se habían producido combates aéreos entre las fuerzas multinacionales y la aviación iraquí -con el derribo de 10 aviones de Irak, de ellos cinco en las últimas 24 horas-, lo que parece desmentir las primeras informaciones, que aseguraban que la operatividad de esta arma había sido eliminada. Un portavoz militar estadounidense informó que desde el inicio de la guerra la aviación aliada efectuó 4.000 salidas. Desde entonces, Estados Unidos ha perdido seis aparatos, tres en el día de ayer.
Por otra parte, el momento del asalto aliado sobre Kuwait parece estar cada vez más cerca. En la frontera, los combates se hicieron ayer más intensos, y al intercambio de disparos de artillería se añadieron misiles.Irak había lanzado entre 10 y 20 misiles Scud sobre las posiciones de los marines hasta media tarde de ayer, hiriendo a tres soldados, según fuentes militares de EE UU. Los marines, a su vez, se acercan poco a poco a la frontera, acumulando material de asalto en la zona. Fuerzas de asalto norteamericanas tomaron ayer varías plataformas petrolíferas, donde se habían atricherado baterías antiaéreas iraquíes. El portavoz norteamericano informó que fueron hechos prisioneros 12 soldados de Irak, pero no precisó las modalidades del asalto o si hubo bajas entre los atacantes. Estados Unidos reconoció ayer que a su ejército se le habían disparado en Dahran (Arabia Saudita) dos misiles antimisiles Patriot por un fallo técnico. Hicieron explosión en el aire.
El control del cielo
Los aliados siguen librando la batalla desde el aire, con un creciente protagonismo de los gigantescos bombarderos norteamericanos B-52. Aunque los marines se han aproximado a la frontera, las vanguardias de ambos ejércitos -medio millón de soldados por bando en total- siguen separadas por unos 20 kilómetros de desierto vacío. Unos y otros guardan al menos 10 kilómetros de distancia respecto a la línea fronteriza -frente a los 30 kilómetros por lado mantenidos hasta el día 17- y las posiciones son aún estáticas.
"Antes o después habrá que entrar, eso está claro", comentó el coronel Ron Richard, de la Segunda División de Marines, desplegada entre Khafji y Hafar el Batin, cerca de Kuwait. Los marines creen que el momento del asalto está ya muy próximo. El desplazamiento hacia la frontera de helicópteros antitanque Apache y Cobra y de aviones A-10 Thunderbold, especializados también en la destrucción de carros de combate y piezas móviles de artillería, refuerza la impresión de que el general Schwarzkopf prepara la invasión de Kuwait.
Fuentes del Pentágono señalan, por el contrario, que la guerra seguirá librándose en el aire "con paciencia y constancia" hasta entrado febrero, para reducir al mínimo posible las defensas iraquíes y disminuir el riesgo de bajas entre las fuerzas aliadas cuando comiencen los combates terrestres.
Los marines escuchan por radio las noticias acerca de los resultados de los ataques aéreos de sus compañeros sobre las posiciones iraquíes. De su efectividad depende el grado de dificultad que encontrarán cuando inicien su avance. La moral de los marines es alta, pero no ignoran que la marcha sobre Kuwait no será fácil. Las fuerzas iraquíes están especializadas en el combate terrestre y defensivo, y han tenido tiempo para edificar fortificaciones y trampas. "Creo que será mejor atacar frontalmente, porque sus defensas están diseñadas para desviarnos hacia las zonas donde han instalado las trampas realmente peligrosas", declaró ayer un sargento de marines.
Para subrayar que la operación militar "no se dirige contra el pueblo iraquí sino contra sus actuales dirigentes" se ha decidido que los desertores y los prisioneros de guerra no serán tratados como tales. Serán considerados "peregrinos y hermanos musulmanes".
También están listos para unirse a los marines los 300 voluntarios kuwaitíes, encargados de descubrir a los norteamericanos a aquellos soldados iraquíes que utilicen vestimenta civil para escabullirse, guiándose por el acento.
