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Miedo a que el fuego cruzado entre Irak e Israel borre del mapa el reino hachemí

Antonio Caño

Jordania vivió las horas previas de esta guerra imparable con el miedo de que el fuego cruzado entre Israel e Irak borrara a este país del mapa. El rey Hussein anunció dramáticamente a su pueblo que toda la región se encuentra "al borde del abismo", pero Jordania, sin recursos militares significativos, lo único que puede hacer es esperar y sufrir las consecuencias de los problemas ajenos.El Gobierno jordano ha creado un comité de defensa civil encargado de organizar a la población para protegerse en caso de que la guerra le afecte finalmente. Anoche convocó también a 10.000 reservistas y ha prohibido que los doctores, enfermeras y personal sanitario abandonen el país.

La Embajada española en Ammán sí comenzó ayer a distribuir máscaras a los 200 españoles residentes en Jordania, en su mayor parte mujeres casadas con jordanos que han decidido permanecer en sus hogares hasta el último momento y los más de 50 periodistas españoles desplazados hasta esta capital.

Las autoridades españolas tienen también preparado un plan urgente de evacuación por carretera hacia Siria en el caso de que el territorio jordano se convierta en las próximas horas en un campo de batalla. Tanto los diplomáticos españoles como los de otros países europeos, así como los propios funcionarios del Ministerio del Interior, han aconsejado a los extranjeros que eviten salir a las calles por miedo a represalias de grupos árabes antioccidentales. El rey Hussein ha hecho un llamamiento a su pueblo a "demostrar su cariño hacia los extranjeros que han decidido quedarse en Jordania".

Los jordanos afrontan este conflicto con un sentimiento de resignación. En las plazas de Ammán nadie entiende esta crisis.

Aquí la guerra se atribuye únicamente a la voluntad de Estados Unidos. Nadie se acuerda de Kuwait y nadie menciona la terquedad del presidente iraquí, Sadam Husein, de rechazar todas las propuestas de negociación que le han ofrecido.

Los jordanos, que caminan por las calles con un transistor pegado a los oídos para estar al corriente de cualquier novedad, tienen su mirada pendiente de la línea de demarcación que les separa de Israel; de ahí ven llegar el peligro y ahí han concentrado sus tropas.

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Alrededor del 75% de los menos de 100.000 hombres que integran el modesto Ejército jordano está actualmente desplegado en la frontera israelí, aunque con el convencimiento de que sería imposible resistir un ataque de las Fuerzas Armadas de Israel. Frente a ese peligro lo único que ha podido hacer hasta ahora la población jordana es llenar sus despensas en la medida de sus posibilidades y recluirse en sus casas para rezar.

"Nosotros sólo podemos confiar en Dios y pedirle que Israel no entre en la guerra, porque, de lo contrario, quién sabe qué será de Jordania", comenta una de las mujeres que llenan las tiendas de productos alimenticios.

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