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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sexo por la patria

Para Imamura, la historia sólo tiene interés cuando se narra desde el punto de vista de los perdedores. Los protagonistas de sus películas son cómicos ambulantes, parias, putas, chulos, traficantes, violadores, asesinos.... pero sobre todo putas -recurrentes en su filmografia desde antes de La mujer insecto (1963), cuya heroína participaba en la creación del sindicato de prostitutas de Tokio-: Imamaura no se cansa de reconocer que les debe mucho; además de coincidir a menudo con su ideal femenino -sensualidad, independencia, energía vital, capacidad de supervivencia en circunstancias hostiles-, las putas, dice, le interesan porque han cortado todas las amarras -familia, pueblo natal, incluso país- y se han lanzado a lo desconocido sin otro medio de defensa que su herencía genética.Zegen, el señor de los burdeles retoma éstas y otras ideas a partír de la autobiografia de Iheiji Muraoka, singular magnate de la prostitución que abandonó Japón en su juventud y no regresó jamás, a pesar de lo cual continuó siendo toda su vida un "nacionalista de pacotilla" -en palabras de Imamura-, como queda patente en la divertida escena del bochornoso harakiri tras la muerte del emperador. Iheiji -que se inició en la compra-venta de mujeres por azar, casi a pesar suyo, y más por patriotismo que por afán pecuniario- quiso contribuir al desarrollo del imperio con las ganancias de las numerosas prostitutas japonesas que prestaban sus servicios en el extranjero, y durante muchos años defendió la idea de nacionalizar los burdeles.

Zegen, el señor de los burdeles

Director: Shohei Imamura. Guión: Shohei Imamura, basado en la biografia de Muroaka Iheiki, Zegen. Fotografía: Vasao Tochizawa. Montaje: Hajime Okayasu. Música: Schin'ichiro lkebe. Producción: Toei Imamura Productions. Japón, 1987. Intérpretes: Ken Ogata, Vitsuko Baisho, Chung-hsiung Ko, Norihei Miki, Mami Kumagaya.Estreno en Madrid: multicines Ideal (version original).

La irresistible ascensión de este ex peluquero y ex agente secreto -que en pocos años pasó de la más absoluta miseria a ser una especie de ciudadano Kane del lenocinio-, y la no menos rápida expansión de su red comercial, con sucursales en Manchuria y Malasia, permiten a Imamura contemplar, desde una distancia a la vez irónica y geográfica, la evolución imperialista de Japón durante las primeras cuatro décadas de este siglo. Más admirable todavía es el cuidado con que el director elude jualquier tentación efectista en una historia que se presta a los excesos o la minuciosidad afectuosa que preside el retrato de múltiples personajes y la vida cotidiana en el burdel.

A primera vista, Zegen no encaja en la línea habitual del autor de La balada de Narayama, ya que la película nos invita a rastrear el itinerario de un hombre de éxito, pero pronto se hace evidente que la historia de lheiji -espléndidamente interpretado por Ken Ogata (el actor de Mishima)- es un cúmulo de fracasos. Su suerte comienza a declinar cuando se ve incapaz de asumir los deseos de independencia de su mujer, Shiho (la fascinante Mitsuko Baisho).

Imamura opta al final por un trazo más grueso y -poco después de que las autoridades Japonesas declaren ilegal la prostitución- nos presenta a un lheiji senil, desorientado y vencido que, en compañía de sus mujeres, se entrega obsesivamente a la procreación con la absurda esperanza de construir su propio imperio en una pequeña isla.

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