Ley de alquileres
Son varias las leyes dictadas sobre la propiedad. La vigente LAU, que ha empobrecido a ayuntamientos, ciudades, arrendadores y particulares, en su artículo 9 recomienda que la buena fe debe regir los tratos, y que los jueces garanticen que no haya abusos por ninguna de las partes. La tutela parecía totalmente suficiente.Los tribunales, con la aplicación del derecho positivo y un humanismo peculiar, han sumido a los ciudadanos en un intrincado laberinto, en el que nadie desea estar, pues no se comprende ya dónde residen la ética, la equidad y la razón. Además, con la tardanza con que se trantan los asuntos se pierde la oportunidad.
El decreto Boyer, que ha dado fuertes esperanzas para que se logre el libre mercado, el cual tiene que producir abundancia, y con ella oferta y precios regulados, nació estigmatizado por la contumaz y arbitraria congelación de los alquileres anteriores, lo que produce una sensación de inseguridad jurídica que cohíbe al emprendedor y retrasa los logros que se pretende alcanzar. La fiscalidad representa la puntilla no sólo para los pisos de alquiler, sino para la propiedad familiar, que se considera atrapada por hipotecas e impuestos de todas clases, siempre en aumento.
Muchos propietarios han vendido ya sus bienes y otros les seguirán. Muy pocos se deciden a construir para alquiler. Si se retrasa mucho la nueva ley, ya no encontrará enfermos que curar.
Señores ministros de Urbanismo y Justicia: legislen con prudencia y procuren que se haga "buena justicia" para hoy, pues la vida es breve, y en vez de utilizarla para construir país, la malgastamos pensando en cómo salir indemnes de la maraña legislativa, judicial y fiscal.-
Presidente del Fomento de la Propiedad.
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