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España y Marruecos quieren evitar que sus contenciosos enturbien las buenas relaciones

España y Marruecos parecen decididos a que ninguno de los contenciosos entre ambos vecinos enturbien sus buenas relaciones, que serán incluso potenciadas mediante la firma en 1991 de un amplio tratado de amistad y cooperación, según se anuncia en el comunicado conjunto publicado ayer al término de la primera cumbre entre un presidente de Gobierno español, Felipe González, y su homólogo marroquí, Azedin Laraki.

González y los cinco ministros que le acompañan , los titulares de Asuntos Exteriores, Economía, Industria, Cultura y Portavoz, regresaron ayer a Madrid a primera hora de la noche.En la audiencia que el rey Hassan II concedió por la tarde a González y a su séquito los temas delícados, como la reivindicación marroquí sobre Ceuta y Melilla o la Situación de los derechos humanos en el reino, tras la sangrienta represión de la huelga general en Fez, no fueron abordados. "No siempre surgen" las dos ciudades en la conversación, afirmó el presidente en un brevisimo encuentro con la prensa al finalizar su visita.

González esquivó una pregunta sobre lo tratado entre él y el monarca a propósito de Fez contestando que habían "hablado de todo, incluso del debate parlamentario" que tuvo lugar en Rabat tras los trágicos sucesos. "Mi intención con Marruecos es de ser solidario para superar las dificultades; porque además ése es el interés de España", dijo.

La diplomacia española estaba ayer muy orgullosa de que en el comunicado final, firmado por los ministros de Exteriores Francisco Fernández Ordóñez y Abdellatif Filali, respectivamente, quedase recogido el compromiso de ambos Gobiernos de respetar" los principios contenidos en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre

Por la mañana, González recibió a la cúpula dirigente de la Unión Socialista de Fuerzas Populares, encabezada por Abdeliramán Buabil), que explicó a la salida del encuentro que había "hablado de democracia, pero en ha tocado el tema de Fez", añadió.

Ni siquiera Buabib reiteró ante González el rechazo de su partido a la imposición del visado, a partir del 1 de marzo, para los 600.000 marroquíes que cruzan anualmente a Ceuta y Melilla y no residen en las provincias limítrofes. Laraki sólo evocó la situación de esos enclaves españoles en términos "muy superficiales", según la ministra portavoz, RosáConde, y el presidente español achacó la instauración de ese trámite a "la presión psicológica ejercida sobre España dentro del club" europeo al que pertenecemos.

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El grueso de las discusiones de Rabat estuvo dedicado a analizar las propuestas que González y sus ministros trajeron de Madrid. En el lote figura el futuro tratado, algo parecido a los suscritos con los latinoamericanos, que podría ser firmado con motivo del viaje de Laraki a Madrid para celebrar la segunda cumbre, que no tendrá el aliciente de concluir con una audiencia con el soberano.

La delegación española es además proclive a ampliar el protocolo financiero existente desde 1988 entre España y Marruecos, que prevé la concesión de créditos por valor de 125.000 millones de pesetas. Aunque expira en 1992, el acuerdo está agotado en más de un 80% y se estudia aumentarlo en unos 25.000 millones. El principal objetivo español es incrementar la inversion privada en el vecino del sur, que el año pasado se cuadruplicó, alcanzando los 1.820 millones de pesetas, una cantidad todavía muy modesta y que, a la vista del malestar social existente en Marruecos, puede disminuir. Desde un punto de vista comercial, España es, sin embargo, el segundo proveedor de Marruecos y también su segundo cliente, siempre después de Francia.

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