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La Feria de Arte de Los Ángeles señala la caída de los precios del mercado

Mireia Sentís

Ciento setenta galerías procedentes de 20 países mostraron en el Centro de Convenciones de Los Ángeles (California, Estados Unidos) el trabajo de 1.000 artistas, unos ya consagrados y otros noveles. La 5ª Feria Anual de Arte Contemporáneo Internacional de Los Angeles, que fue inaugurada el pasado jueves, se clausura hoy bajo el síndrome de la caída en picado de los precios en el mundo del arte.

Aunque el mundo del arte esté atravesando, desde el último verano, una verdadera crisis económica, no fue hasta el pasado mes de noviembre que la situación (a partir de la caída en picado de los precios en la subasta de los cuadros de Henry Ford en Sotheby's, en Nueva York) se hizo tangible. Por tanto, y a pesar del número de galerías presentes en la feria, varios galeristas de primera fila decidieron en el último momento, no presentarse al acontecimiento. La ausencia más notoria ha sido la de Leo Castelli. Blumhelman, con sedes en Nueva York y Santa Mónica; Raab, de Berlín y Londres; Ghislaine Hussenot, de París, y Mark Richards, de Santa Mónica, están también entre los habituales de la feria que este año decidieron no participar en ellas como consecuencia de la política de ahorro que han asumido.A pesar de la retirada de algunas estrellas, unas 30 galerías acudieron este año por primera vez. Entre ellas, la Fred Hoffman y la Richard Kuhlenschmidt, de Santa Mónica; la Unión de Artistas Soviéticos, de Moscú, y la galería Mar Estrada, de Madrid.

Las otras cuatro galerías españolas que han particpado en la feria de Los Ángeles son: Juana de Aizpuru, Ángel Romero, y Moriarti, de Madrid, y Vanguardia, de Bilbao.

La feria presentó una gran variedad artística: escultura de Zimbabwe, pinturas yugoslavas, neorrealismo soviético...

El metro cuadrado de las casetas de la Feria de Arte contemporáneo de Los Ángeles costaba 33.000 pesetas (en Arco, una de las ferias más caras de Europa, cuesta 15.000), más el transporte, unos precios lo suficientemente altos como para no arriesgarse demasiado. Brian Angel, director de la feria, señalaba días antes, esperanzado: "La ola de compradores está dejando las subastas. Las grandes ferias, como la nuestra, ofrecen precios razonables y una acogida general nada elitista". Aunque el año pasado se vendió muy bien y se contabilizaron 30.000 visitantes, los resultados de este año pueden ser muy diferentes. "Cuando yo me sumé a la feria, hace algunos meses", dice Mar Estrada, de Madrid, "la caída de precios no había ocurrido. Quizá haya sido mala suerte estar presente aquí justamente este ano, pero no se puede aún predecir el resultado final de nuestra participación".

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