El presidente argentino puede salir fortalecido de la crisis militar

La solución, en menos de 18 horas, de la primera rebelión militar de su mandato fortalece la figura del presidente peronista, Carlos Menem, quien mostró capacidad para conducir la crisis sin hacer concesiones a los sublevados. La cuarta intervención de los militares ultraderechistas argentinos presentó como novedad respecto a los episodios anteriores de la historia interminable de los carapintada, que en esta ocasión la rebelión se saldó con varios muertos militares en los enfrentamientos entre fuerzas rebeldes y leales.La acción de los carapintada fue algo más que una asonada con ribetes folclóricos. Por primera vez, los carapintadas se mancharon las manos con sangre de sus compañeros de armas, y un enloquecido carro de combate rebelde se llevó por delante a un pacífico autobús urbano y mató a cinco civiles. La muerte de tres militares en la toma del Regimiento de Infantería de Patricios podría tener un efecto indirectamente favorable a la estabilidad democrática en Argentina. Con la sangre de camaradas militares los carapintada han perdido, tal vez de forma definitiva, su legitimidad dentro de la casta castrense.

Un hombre con el olfato político de Menem no puede desaprovechar la oportunidad que se le presenta de capitalizar y fortalecer su posición ante el desprestigio de los carapintada y los nacionalistas vinculados con esos sectores. A lo largo de los meses pasados, grupos del peronismo descontento han coqueteado con el turco, como sus amigos suelen llamar familiarmente al coronel Mohamed Alí Seineldín, líder indiscutido de los carapintada. Entre los que mantenían contactos con Seineldín se encontraban dos de los más notorios adversarios de Menem: su esposa, Zulema Yoma, y el dirigente sindical Saúl Ubaldini.

Durante las 18 horas de incertidumbre que vivió Argentina, entre las tres de la madrugada y las nueve de la noche del lunes, una idea fija parece haber movido, casi como una obsesión, la actuación de Menem: no repetir los errores de su antecesor, el radical Raúl Alfonsín, en las tres asonadas anteriores. Menem, desde un primer momento, no aceptó el menor diálogo con los rebeldes y sólo les ofreció como salida la rendición incondicional o enfrentar la represión.

El empecinamiento de los carapintada no dejó otra alternativa que el empleo de la fuerza. El Gobierno ordenó la represión y los militares obedecieron sin dilación la orden de disparar contra los rebeldes.

La democracia ha mostrado capacidad de defenderse con los medios legítimos de la represión de sus fuerzas de defensa. Menem ha conseguido la obediencia de los militares a la hora de reprimir. Con el indulto a los mismos carapintada, hace poco más de un año, Menem mostró generosidad hacia ese sector militar y les ofreció la posibilidad de integrarse de verdad en el sistema democrático. Los carapintada no respondieron ante el gesto de perdón y fueron todavía más lejos al matar a tres militares. En este contexto, Menem tenía espacio político suficiente para ordenar la represión.