Caos organizativo
"Los organizadores de esta cumbre podrían aprender mucho de la balcánica de Tirana". Esta frase, proferida en un arrebato de ira por una veterana periodista británica, es tan sólo un botón de muestra de la irritación que provocó entre 3.000 periodistas la pésima organización de la Cumbre de la CSCE.
"Es posible que los delegados hayan comido aquí mejor que en otras conferencias, pero la organización es la peor de las conocidas", manifestaba un australiano que ha seguido todo el proceso de la CSCE, desde 1973 en Helsinki. Los centros de prensa desperdigados por París eran insuficientes y los periodistas tuvieron que luchar por una silla, un teléfono o los documentos de la conferencia.
Acceder a los delegados fue casi imposible. Pese a las acreditaciones, la policía obstaculizó los movimientos de la prensa extranjera. Sin previo aviso, exigían para el acceso a conferencias de prensa acreditaciones que había que recoger en otros puntos de la ciudad.
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