La desazón del pensionista

Una de las principales críticas de los sectores más sensibilizados con los grupos marginados es el impacto que el nuevo catastro puede llegar a tener sobre pensionistas, jubilados o personas con pocos recursos que viven en inmuebles de alto valor de mercado. La situación no es en absoluto infrecuente. En los barrios céntricos de las grandes ciudades, multitud de contribuyentes con escasos ingresos viven en pisos que han visto multiplicar su valor de mercado debido a la especulaclón inmobiliaria. Para estas personas, el impuesto de bienes inmuebles experimentará sin duda un salto espectacular que no se corresponde con el crecimiento moderado o casi plano que han tenido sus ingresos en esos mismos años.

Javier Russinés admite que ése es un problema, pero que no puede condicionar el conjunto de la modificación catastral. "Es, además, un problema con soluciones señala, "una mujer viuda que vive en un piso de 200 o 300 metros cuadrados, en el centro de la ciudad, siempre puede vender ese inmueble y adquirir otro más modesto en el mismo barrio o en otro barrio. Tendrá además una buena cantidad de dinero para vivir mejor".

Ésa es una solución, pero empuja a los inquilinos a la venta de un piso del que probablemente no quieren marcharse. Russinés también ofrece soluciones: "Basta con que se dirijan a alguna de las muchas sociedades financieras o inmobiliarias, que le ofrecerá la compra del piso, pero no lo ocupará hasta que el inquilino haya fallecido o desee mudarse". A través de las llamadas contrahipotecas, personas en esta s ltuación pueden obtener importantes rentas mensuales sin dejar de vivir en su piso.

Equilibrar las aportaciones

En definitiva, el director general del Catastro sostiene una filosofía por encima de todo: "La revisión catastral no se hace para que la gente pague más ni para ingresar más impuestos, sino para que, recaudándose lo mismo, esa recaudación se reparta mejor en función del valor de mercado de cada inmueble. El que a partir de ahora pague mucho más que antes ha de tener en cuenta no sólo lo que pagará desde este año; ha de pensar también en todo lo que se ha ahorrado hasta hoy aprovechándose de una valoración catastral muy inferior a la del valor de mercado".

Pero, ¿se atreverá Hacienda a valorar al 70% inmuebles por los que se pagan cientos de millones de pesetas, generalmente a través de dinero negro? Russinés es tajante: "Le daré sólo dos ejemplos. Se trata de dos inmuebles de muy cerca de Madrid, y no diré ni de dónde ni de quién. Uno tenía un valor catastral de algo más de 100 millones de pesetas. Su valor de mercado es de 1.200 millones de pesetas. Le hemos dado un valor catastral de 830 millones de pesetas, o sea, 6,38 veces su valor anterior. Otro inmueble, valorado en 850 millones, estaba registrado por 72 millones. Desde el 1 de enero próximo tendrá un valor catastral de 615 millones, 8,55 veces más que antes".