_
_
_
_

Un discípulo de Bernhard, acusado de blasfemia

La obra La muerte y el diablo, estrenada el pasado sábado en el legendarl o Burgtheater de Viena, ha provocado un auténtico es cándalo en Austria, y un grupo católico se ha querellado contra su autor, el dramaturgo Peter Turrini, considerado discípulo de Thomas Bernhard, por blasfemia y atentado contra la moral pública. Como ya sucediera con el de saparecido Bernhard, el país entero ha iniciado una discusión pública a partir de una obra de teatro controvertida. Turrini ha manifestado que él no busca "crear escándalos, sino denun ciarlos". Un grupo católico austríaco inició la acción legal que fue presentada en la Fiscalía General. La conferencia episcopal de Austria emitió un comunicado expresando su desagrado por el texto y puesta,en escena de La muerte y el diablo, cuyo personaje principal es el sacerdote de pueblo Christian Bley, que se sumerge en la gran ciudad buscando el pecado y la miseria. "Todos vienen al confesionario, me susurran sus pecados y yo les absuelvo, pero no sé de qué los he perdonado", dice el padre Christian. Bley, en su afán por "conocer la vida", transforma su identidad campechana de cura de provincia en un bisexual y desquiciado cocainómano que sufre ferozmente por la abstinencia.

Campo de batalla

El Burgtheater estuvo a punto de convertirse en un campo de batalla entre un público muy tenso a favor y en contra de la obra: mientras unos gritaban "blasfemia, blasfemia", otros aplaudían vehementemente aprobando más que el contenido artístico, el político. El sacerdote Bley convive con una vieja vagabunda que se hace llamar Magda Schnider, alcohólica, ex cajera de un supermercado, cuya apariencia enorme y grotesca deja espacio para la "ternura", según Turrini. Una pequeña habitación repleta de productos robados por la ex cajera es el "nido" de Magda y Christian, junto a los que aparece un violento neonazi en paro. Turrini insinúa al trío como la "Sagrada Familia".En el escenario del teatro, construido en la época de la monarquía, aparece una gran vagina surrealista -de Magda- iluminada en rojo en la que "es tragado" el sacerdote. Escenas sexuales y masturbaciones se suceden en las tres horas que dura la obra.

En la escena final, ideada también por el director de la obra, Peter Palitzsch, el sacerdote se autocrucifica en el cuartucho de Magda. Ella le ayuda con clavos y martillos. El joven neonazi yace moribundo en el suelo y llama al padre. En su agonía, el padre Bley le contesta que ya es demasiado tarde para asistirle. Turrini, un escritor que se ha dedicado en sus obras y guiones cinematográficos a denunciar las miserias sociales, conocio a Bernhard siendo un niño.

Para el montaje de La muerte y el diablo el Burgtheater tuvo que importar actores de Alemania, porque la mayoría de los austriacos que trabajan en plantilla en ese teatro se negaron a representar los papeles de Turrini.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_