Diez mil años de vida para Akihito
Dignatarios de 158 países asisten hoy a la entronización del emperador japonés
Ninguno de los jefes de Estado, príncipes, primeros ministros y demás dignatarios de 158 países que asistirán hoy en Tokio a la entronización formal de Akihito como 125º emperador de Japón tendrá que corear "banzai" una vez que éste anuncie su ascensión al trono del crisantemo. No estarán obligados a sumarse al primer ministro de Japón, Toshiki Kaifu, cuando éste grite tres veces "Tenno-heika banzai" ("Diez mil años de vida al emperador"), el mismo grito con el que los ejércitos japoneses cometieron actos de barbarie durante la primera mitad de este siglo.
Entre las personalidades presen tes estarán Balduino de Bélgica Gustavo Adolfo de Suecia, Margarita de Dinamarca, Carlos de Inglaterra, Felipe de Borbón, el presidente de Alemania, Richard Von Weizsaecker, el vicepresidente de Estados Unidos, Dan Quayle, el díscutido Jefe de Esta do de Austria, Kurt Waldheim, cuya viaje ha criticado grupos judíos, el secretario general de la ONU, Javier Perez de Cuéllar, y varios mandatarios latinoamericanos, africanos, y de países asiáticos que sufrieron la invasión japonesa. El sokui-no-rei, la ceremonia de ascensión al trono dentro del abierto salón de audiencias del Palacio Imperial, que será seguida desde la explanada por 2.500 invitados, marcará el comienzo de una serie de festejos revestidos de costosísima pompa, controversia histórica y de espectaculares medidas de seguridad sólo comparables a las que hubo con ocasión del funeral de Hirohito hace más de veinte me ses. Un total de 37.000 agentes vigilan día y noche por tierra y aire la ciudad y su entorno, en especial un área centrica de unos diez kilómetros cuadrados que comprende el Palacio Imperial, el de Akasaka, residencia del emperador, el Parlamento y demás centros públicos, por temor a atentados. La policía ha ocupado algunos de los edificios frente a los que pasarán el emperador Akihito y la emperatriz Michiko en coche descublerto cubriendo el tramo de unos cuatro kilóme tros que separa el Palacio Imperial de su residencía una vez con cluya la breve ceremonia.
Agentes antidisturbios han sido colocados en calles y accesos al metro y furgonetas grises de la policía se hallan das en muchos lugares. El celo es tal que hasta un dlirigible con publicidad comercial ha servido para requerir la colaboración ciudadana en la vigilancia contra cualquier intento de desorden o de atentados por parte de una minoría de grupos radicales de extrema izquierda, dispuestos a hacer notar su protesta contra el sistema imperial.
Protestas
Ayer, unas 50.000 personas se manifestaron en el parque de Yoyogi, en Tokio, contra las fiestas de la coronación y para protestar por el hecho de que los contribuyentes hayan tenido que correr con los gastos. Por otro lado, se registraron ayer dos explosiones que no causaron víctimas personales ni daños materiales de importancia cerca de la residencia oficial del cónsul general de Estados Unidos en Osatka.
La entronización durará escasamente media hora, pero estará repleta de un controvertido simbolismo sobre la figura del emperador. Tanto la Casa Imperial como el Gobierno se han esforzado en subrayar que se han introducido cambios respecto a la última celebrada, la de Hirohito, hace 62 años, en conformidad con el espíritu de la actual Constitución, de 1947, según la cuál el emperador ya no es jefe de Estado sino un símbolo de la unidad del pueblo japonés. Lo más destacable es que el primer ministro, Toshiki Kaifu, y los presidentes de las dos Cámaras parlamentarias y del Tribunal Supremo podrán esta vez estar dentro de la Matsu no Ma, la sala de audiencias, a la derecha del takamikura, el majestuoso trono de más de seis metros de altura y ocho toneladas, de peso, al que Akihito ascenderá, con lo que reafirmarán de alguna manera que el poder soberano está en el pueblo y no en el emperador.
Anteriormente, el jefe del Gobierno aguardaba en el jardín y desde alí anunciaba el acontecimiento y alentaba a los invitados a corear el "banzai". Sin embargo, las enormes dimensiones del trono, a cuya izquierda habrá otro más pequeño en el que se sentará la emperatriz, dibujarán una imagen rica en equívocos sobre la figura del tenno, el señor celestial de antes.
"Akihito mírará a Kaifu y a los demás desde las alturas de un colosal trono repleto de simbolismos divinos, poniendo en entredicho la validez del principio de que ya no está considerado como un ser superior de naturaleza divina, afirma un antropólogo estudioso, del sistema imperial que ruega no ser identificado. Para ser más exactos, los pies de Akihito estarán aproximadamente al nivel del pecho de Kaifu cuando aquél se suba al trono. El primer ministro y los jefes de los demás órganos de poder vestirán frac y no traje de época con espada como sucedía antaño y como deseaba la Casa Imperial. Akihito, en cambio, portará un vestido tradicional.
Otra victoria de los tradicionalistas ha sido el que se haya mantenido el rito de que sobre una pequeña mesa cercana al trono sean colocadas dos de los llamados sagrados tesoros del imperio, la espada y la joya, así como los sellos del Estado y del emperador. Muchos sostienen que todo ello viola el principio constitucional de separación de poderes entre el Estado y la Iglesia por estimar que los tesoros sagrados son objetos religiosos. La Casa Imperial quería también que se incluyera el espejo sagrado, símbolo de Amaterasu Omikami, la diosa del Sol, que es el ancestro divino de la familia imperial japonesa.
Don Felipe visita la universidad jesuita
El Príncipe de Asturias, que se halla en Tokio desde el sábado para asistir hoy a la entronización del emperador Akihito, visitó ayer la Universidad Sofía, regida por los jesuitas, y almorzó con un grupo de religiosos españoles, profesores de ese centro fundado a principios de siglo y en el que estudian 11.000 alumnos. Felipe de Borbón llegó poco antes del mediodía a la universidad, acompañado del embajador de España, Antonio de Oyarzábal, y de los demás míembros de su séquito, y fue recibido por el rector, Masao Tsuchida. Sofía, cuyo nombre vierie de la palabra griega sabiduria, fue fundada en 1913 por encargo del papa Pío X. La universidad posee facultades de Humanidades, Derecho, Economía, Ingeniería y Teología. Unos 250 alumnos estudian actualmente en el departamento de español.
El príncipe visitó la biblioteca del centro hispánico y posteriormente, en el rectorado, firmó en el libro de honor e hizo entrega al rector de una lista de 1.100 títulos de libros de arte, literatura y filosofía que España ha decidido donar al centro con ocasión de la visita. El heredero de la corona departió con el claustro de profesores y se interesó por la educación en Japón, el sistema de enseñanza universitaria y la financiación de centros académicos privados como es el caso de la Un¡versídad Sofia. Luego asistió a misa y comulgó en la iglesia de San Ignacio de la universidad. El pequeño templo se encontraba repleto de españoles, latinoamericanos y filipinos residentes en Tokio a quienes al término de la liturgia dirigió unas breves palabras de satisfacción por estar con ellos.
Don Felipe visitó por la mañana el templo sintoísta de Meiji junto al Parque de Yoyogi, horas antes de que el lugar fuera escenario de una concen tración de 50.000 personas que se manifestaron contra el sistema imperial. A última hora de la tarde, el príncipe asistió en la embajada a una reunión con la colonia española.
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