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Durrell fue incinerado ayer, junto con una rosa roja y viejas fotos de familia

El cuerpo del escritor británico Lawrence Durrell fue incinerado ayer en el crematorio de Orange, a unos 80 kilómetros de su residencia de Sommiéres, en Provenza. A la ceremonia, que se celebró en la más estricta intimidad, asistió tan sólo un reducido grupo de familiares y amigos íntimos del escritor, entre los que se encontraban su hermano Gerald y su compañera, Franyoise. Por expreso deseo del escritor, su compañera depositó en el féretro unas cuantas fotos de familia, muy queridas por Durrell, y una rosa roja.

Un día gris, lluvioso, casi británico, acompañó ayer al reducido séquito de Lawrence Durrell en su último viaje por tierras de Provenza. Eran las ocho y media de la mañana cuando el coche fúnebre salía de la casa de Sommiéres donde el escritor había vivido en los últimos 25 años.El séquito partió en dirección a Orange sin que apenas nadie en el pueblo le prestara atención. La familia del escritor había insistido en que quería una ceremonia íntima y se respetaron sus deseos. "Más adelante organizaremos un homenaje al escritor, pero hoy no hemos querido molestar a la familia", manifestó Jean-Pascal Sammut, secretario del Ayuntamiento de Sommiéres. Sammut recordó que uno de los últimos actos públicos de Durrell había sido, el pasado -mes de junio, la inauguración del Espace Lawrence Durrell, un centro cultural en la pequeña localidad de Sommires (3.500 habitantes).

"La gente del pueblo ha sentido mucho la muerte del señor Durrell", comentaba Michel Martin, empleado municipal que acompañó a la familia en la despedida del escritor. "Era un tipo simpático, discreto".

Discreción es quizás la palabra clave para describir los años de Durrell en Sommiéres. A diferencia de otro escritor británico que también se exilió en el Mediterráneo, Robert Graves, que se convirtió en un símbolo de la Población mallorquina de Deiá, Durrell optó por una vida al margen.

La discreción del pueblo roza incluso la ignorancia en algunos extremos. En las librerías de Sonimiéres, por ejemplo, no se encuentran los libros de Durrell. "El cuarteto de Alejandría hace tiempo que está agotado", comentaba ayer Jocelyne Syssau, de la Librairle de l'Avenir, "y los otros libros no los pide nadie". "Quizá su muerte servirá para que reediten El cuarteto", añadió.

En el pueblo todos hablan bien de Monsieur Durrell, pero no parecen tener conciencia de sus méritos literarios. Hablan de los numerosos visitantes que recibía y de la dejadez de la casa, donde el jardín presenta un aspecto rebelde y los libros reposan en el suelo. "Durrell estaba siempre en la -Darte de atrás, en la cocina, con un vaso de vino blanco en la mano", recordó un vecino.

"Me ha sorprendido la súbita muerte del escritor, ya que en los últilinos tiempos se le veía con mucho ánimo", comenta Pelo Rahola Fabra.

Pelo Rahola -un catalán nietode Pompeu Fabra- es el propietario de un curioso restaurante, cerca de Sommiéres, instalado en una vieja estación de tren en desuso. "No hacía ni tres semanas que Lawrence Durrell y Françoíse estuvieron comiendo aquí y los vi la mar de bien", dice. Durrell incluso comentó con Pelo la ilusión que le hacía una invitación que había recibido de Barcelona para participar en un acto sobre su poesía.

"Venían a menudo, él y su hermano Gerald", añade Pelo. "Se llevaban muy bien. Yo, que tengo aficiones naturalistas, me iba por el campo con la mujer de Gerald a busca escarabajos y los dos hermanos se quedaban bebiendo whisky y hablando".

Durrell ha dejado un recuerdo profundo en los habitantes de Sommiéres. Todos hablan bien de él y se preguntan dónde reposarán sus cenizas. Hay quien dice que serán enterradas a la sombra de unos cipreses cercanos a su casa. Otros creen que serán esparcidas por el Mediterráneo y hay incluso quien opiria que viajarán al Himalaya, donde nació el escritor, para ser esparcidas junto a un monasterio budista al que el escritor enviaba a menudo generosas donaciones.

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