Las embajadas no son legaciones
La llamada crisis de las embajadas en La Habana, y, posteriormente, la situación creada en las misiones diplomáticas establecidas en Kuwait han llevado a la extensión realmente increíble en los medios informativos españoles de un error terminológico muy claro: el de utilizar la palabra "legación" como sinónimo de embajada".En realidad, el término legalización sólo puede utilizarse apli-
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cándolo a aquel tipo de misión diplomática de rango inferior al de una embajada que se caracteriza porque tiene como jefe a un ministro y no a un embajador.
Históricamente, las grandes potencias de la época se reservaban para sí la facultad de intercambiar embajadas, quedando las legaciones relegadas a ser el tipo de misión diplomática que se acreditaba o se recibía por los pequeños Estados o por aquellos que tenían una limitada antigüedad histórica o peso político. La diferencia de rango se fue incrementando con el paso de los años. El principio igualitario entre los Estados que se implantó por las Naciones Unidas tras la II Guerra Mundial hizo que las legaciones como tales hayan desaparecido de hecho en la práctica diplomática y sólo se encuentren en la actualidad en casos muy concretos siempre excepcionales, como son los de las misiones diplomáticas de la Orden de Malta.
Así, llamar legación a una embajada es un error que podría equipararse al que se comete si se llama becerro a un toro, bicicleta a un automóvil, corbeta a un portaaviones o comisaría al Ministerio del Interior. Todo ello sea dicho con el mayor respeto para las legaciones, los becerros, las bicicletas, las corbetas y las comisarías.-
Embajador de España.
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