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La generacíon de plomo

Artistas vascos reflexionan sobre los efectos de la violencia en la cultura de Euskadi

Juan Cruz

La violencia y la intolerancia, lugares comunes en Euskadi, sobre todo en la ultima década, no han logrado sepultar la creación cultural y la imaginación en esta tierra. Y a pesar de que la crispación y la propia historia del conflicto vasco han resultado obsesivas en buena parte de los trabajos de los artistas de Euskadi, la diversidad de asuntos ha sido notoria y, al menos en el campo de las artes plásticas, se ha producido una sólida aportación al lenguaje de la vanguardia. Esto se aprecia de manera peculiar en el trabajo de las generaciones más recientes y se manifiesta como un síntoma de lo que podría llamarse una nueva manera de estar en el País Vasco.

Algunos creadores que tienen ahora entre 30 y 45 años, y que constituyen, por tanto, la generación más afectada por la violencia, cuentan en este reportaje qué consecuencias ha tenido sobre su obra esta amenaza persistente del plomo y la furia.Jon Juaristi, poeta, lo describe así: "La violencia y la intolerancia han tenido una presencia casi obsesiva en mi obra. Ahora me siento más cómodo, y ya puedo escribir de otros temas. En un libro que hago ahora, ni siquiera aparece el País Vasco". Pero no perdona la existencia de esta década de plomo que ha padecido su generación: "El fanatismo nos ha robado la juventud, y eso nunca se lo perdonaré al nacionalismo. La vida que me han quitado es irrecuperable".

En ese ambiente de intolerancia que describe Juaristi "no se ha producido un páramo tan horrible como cabría suponer. Han surgido escritores como Bernardo Atxaga, Andu Lertxundi, José Antonio Blanco, José Fernández de la Sota, Álvaro Bermejo, Raúl Guerra Garrido; cineastas como Montxo Armendáriz e Imanol Uribe; escultores como Andrés Nagel; pintores como Vicente Ameztoy o Jesús María Lazkano. Y éste es el milagro: a pesar de que la presión existe, no ha sido ésta una cultura nacionalista, y a pesar de que se ha querido que sea así, no se ha producido fundamentalmente en euskera".

Un viejo escritor en euskera es el autor de esta frase que cita Juaristi para explicar la reverencia con la que este idioma ha sido tratado como lengua en su pro pia tierra: "Durante los últimos 30 años, la literatura europea ha producido obras muy buenas y la literatura en euskera ha produci do obras muy alabadas".

Sufrimiento

No siempre sirve la ironía, y cada vez que se quiere destacar la última generación de escritores en euskera se colocan en primer plano los trabajos de Atxaga y de Lertxundi. Este último decía, en su pueblo de Zarautz, sobre la influencia que la situación de conflicto que se vive en Euskadi ha tenido sobre su propia obra literaria: "Se sufre mucho y se pa san momentos angustiosos. Todos los días te cuestionas todos tus comportamientos, ante un atentado, ante la violencia como rito: a veces tengo la impresión de que aquí se producen muertos como pasteles de cumpleaños. Hay un lenguaje que revela que en este país prima más la etiqueta que el contenido. Cuando a la extorsión se le llama impuesto revolucionario, o a la violencia se le llama hacer el amor, es que se quieren usar unas palabras para ocultar otras".

¿Y esa situación se manifiesta en su obra? "No, no demasiado. A veces tengo la impresión de que, cuando atacas a alguien, siempre hay un tercero que se complace. De todas formas, creo que estas cosas se están diciendo cada vez con mayor claridad entre nosotros. Nuestras obras no son ajenas: tienen que ver con esto, y a pesar de que están hechas con la imaginación, no se refieren a la vida de otra galaxia".

Ángel Amigo, productor de cine que proviene de las filas político-militares de ETA, dice ahora que en Euskadi se produce todavía la misma situación que hacía que los militares de la dictadura uruguaya despojaran de su nacionalidad a sus compatriotas: "Ustedes no son uruguayos: son comunistas". "Todo el cine que se hace fuera del amparo de HB y de los suyos deja de ser vasco para convertirse en cine español de temática vasca", dice Amigo.

El euskera

"¿Eso hace difícil crear en Euskadi? Para crear hay que sentirse libre de consignas, y yo creo que hay un sector de este país que tiene el cerebro militarizado y comulga con ruedas de molino. Eso afecta menos a las artes plásticas, pero en el resto, para que lleguen a expresarse libremente, hay que desmilitarizar muchas mentes: que se empiece a discutir sin correctores de plomo, que se empiecen a respetar los lenguajes y que el euskera deje de ser un arma arrojadiza".

Una escritora en castellano, Luisa Etxenike, encuentra en los vascos "una verdadera obsesión en mirarnos demasiado a nosotros mismos". Ella trata de salirse literariamente de esa obsesión, pero encuentra que "aún estamos un poco aislados". Parece, según ella, "como si hubiera dos bandos: los que escribimos en castellano y los que escriben en euskera, como si no fuéramos de un mismo país. Yo no tengo complejo de escribir en castellano, y pienso que se está aflojando cierta presión que existió antes". En niveles más generales de la vida social, Luisa Etxenike cree que se está perdiendo un poco el miedo, "sobre todo en las generacio nes más jóvenes. "La gente mani fiesta con más tranquilidad lo que piensa. Falta resolver el problema del terrorismo, pero yo creo que se está más cerca de resolverlo, porque se está más harto de él".

Un escritor que ha analizado en varias de sus novelas el fenómeno del terrorismo es el castellanohablante Raúl Guerra Garrido. La violencia, dice, le ha afectado de una forma muy directa. "La situación está cambiando. Hasta los obispos han aceptado que matar es pecado. Para las víctimas, por cierto, siempre fue pecado mortal".

Guerra Garrido cree que las cosas van a lo que en Euskadi se llama "normalización". "Y se va a acabar la violencia, porque la gente lo habla más, y ocurre lo que se pedía hace años en una pintada que vi en Lisboa: 'Di en la calle lo que hables en casa'".

Una cineasta, Ana Díez, autora de la única película bilingüe del cine vasco, Ander eta Yul, cuenta el guión de su película como un símbolo de lo que le ha pasado a buena parte de esta generación en Euskadi: "Esta historia hubiera sido distinta si no se hace en euskera y en castellano: es la de un chico que ha estado fuera y se encuentra con su amigo de la infancia. A partir de entonces, depende de con quién estén, hablan el idioma que han aprendido o el de la infancia. No podía ser de otro modo". Recientemente, ella ha hecho un documental que recopila la historia del cine vasco. Paz Bilbao, documentalista vasca que ha vivido en medio mundo, ve así el final de esa historia de nostalgia y sirimiri que revela la visión del propio cine hecho en Euskadi: "Hemos tenido una obsesión por lo vasco y por todo lo que implica, y nos ha faltado una mirada general, porque toda esa palabrería nostálgica tiene un contenido represivo. Esa obsesión por ser vasco hay que ponerla en orden: yo no quiero ser vasca en oposicíón a los otros; quiero ser vasca porque soy vasca".

Contra el tópico

El arte no tiene nacionalidad, pero decir esta obviedad corre el riesgo de convertirse en Euskadi en una declaración política. ¿Ha condicionado la violencia su obra? Como pintor, a Vicente Ameztoy le influyen la luz y el medio, y como persona autónoma que ha sido siempre, Ameztoy aprecia que sobre Euskadi hay mucho tópico: "Mucha gente viene con miedo, y no hay por qué. Las cosas han cambiado y siguen cambiando. Esta es una sociedad muy llena de contradicciones, pero su propio desarrollo ha hecho posible el cambio. De todas formas, hay muchas cosas que siguen igual: la Administración sigue tratando al ciudadano como si no tuviera derechos, y lo hemos visto con el tema de la autovía a su paso por Leizarán. Los ciudadanos han hecho un proyecto alternativo y los tratan con pelotazos, los maltratan. El asunto de la democracia está bastante en vilo". Ameztoy ve en su sociedad el peligro de los "fanáticos del fanatismo", pero es optimista: "Es un buen momento de los individuos de Euskadi. Son individuos que se han formado en un momento muy extremo y que ahora empieza a cuajar, sobre todo en los terrenos más irnaginativos"."Ahora existe", dice Ameztoy, "esa necesidad obsesiva de tomar aire, porque la historia es atosigante". Y Euskadi es un país cargado de historia. "Nos pesa tanto", dice la periodista Genoveva Gastaminza, "que a veces no nos deja ni caminar". Para ella, el peso de esa historia "ha frenado el desarrollo de la cultura vasca, o por lo menos la ha envuelto de tal manera de esa ola opaca, de negrura y de horror... La agresividad ha sido tan densa, tan larga y tan dramática que no ha propiciado la interiorización de la gente, de modo que no ha sido la nuestra una época de armonía, sino un tiempo en el que la violencia ha sido un sobreentendido".

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