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Crítica:JAZZ
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Tifón del Caribe

Hace algunos años lo normal era que los festivales de jazz arrancaran a golpe de tambor y trompeta de alguna potente big band o de algún recio combo de bop duro, pero el campo del jazz se ha ensanchado tanto últimamente que nadie se extraña de que ahora se abran dulcemente con un delicado cuarteto de cuerda.No es desatinado porque las cuerdas tienen tradición. Ahí está el histórico ejemplo del Quintette du Hot Club de France y el de casi todos los grandes del jazz, quienes no perdían ocasión de ganar respetabilidad apoyándose en orquestas, cuanto más grandes mejor, formadas por serios y sesudos profesores tocando sus violines.

Curiosamente, a pesar de que cuentan con un vasto repertorio clásico al que dedicar sus esfuerzos, los cuartetos de cuerda muestran curiosidad cada vez más a menudo por el jazz e intentan conquistar el corazón de sus aficionados poniendo todo el énfasis en su rasgo más esencial y distintivo: el swing.

Turtle Island String Quartet, Andy Narell Group

Festival de Jazz de Madrid.C. M. U. San Juan Evangelista. Madrid, 24 de octubre.

El Turtlen Island String Quartet no sólo tiene swing, también hace gala de buen gusto y se nota que sus componentes se divierten interpretando un repertorio que va de composiciones propias, en las que reflejan multitud de influencias, a temas emblemáticos del rock, como Crossroads, y del jazz, del que hubo cinco ejemplos bien seleccionados: Jaco, homenaje de Pat Metheny al bajista fallecido; Milestones, piedra angular del mejor Miles Davis; Stolen moments, elegante composición de Oliver Nelson derivada del blues; Captain señor mouse; recuerdo al jazz-rock de Chick Corea, y A night in Tunisia, el caballo de batalla de Dizzy Gillespie.

Melodía y fantasía

En todas ellas el cuarteto mostró respeto por la melodía, fantasía en el arreglo y ejecución brillante. Para reforzar la parte rítmica, la más débil en este tipo de formación, las cuerdas de los dos violines, la viola y el chelo fueron pulsadas con efectos sorprendentes que hacían olvidar los instrumentos de percusión.

En la segunda parte del concierto sí hubo poercusión para dar y tomar y, sin embargo, el swing brilló por su ausencia. A Andy Narell esto no debe preocuparle mucho, porque lo suyo es lo que toda la vida se ha llamado refrito inconsistente y ahora, afortunadamente rebautizado, se ha dado en denominar nueva música instrumental. Narell trajo sus steel pans que pueden resultar adecuados para añadir color a formaciones orquestales sofisticadas, pero que resultan demasiado elementales como para protagonizar todo un concierto.

La sección rítmica, lejos de mejorar las cosas, fue principal culpable con su ritmo machacón y vulgar de que el prometido viaje al Caribe no arribara a playa soleada y tranquila, sino al mismo centro del más furibundo de los tifones.

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