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Rajás blancos y piratas, a las urnas

La Federación de Estados Malaisios renueva su Parlamento

Algunos antropólogos definen Borneo como un mundo en extinción por el fenómeno de gradual desaparición o integración urbana que se registra entre las más de 20 tribus indígenas que viven en esa isla del sureste asiático, cuya parte meridional es el territorio indonesio de Kalimantan y cuya franja septentrional está ocupada por el minúsculo sultanato independiente de Brunei y por Sabah y Sarawak, los dos territorios insulares pertenecientes a la Federación de Estados Malaisios. El sábado se celebraron en Sabah y Sarawak elecciones al Parlamento federal, y ayer se completaron en los otros 11 Estados peninsulares.

Sabah se halla en el extremo oriental y Sarawak en el occidental. Este último es el Estado de mayor extensión del país, pero no el más poblado (1,6 millones de habitantes, siendo casi la mitad de diferentes etnias nativas). Sabah, pequeño en superficie, tiene una población de 1,4 millones. Ambos se integraron en la federación en 1963 tras haber sido protectorados británicos después de la última guerra mundial. Sabah, que fue y continúa siendo tierra de piratas, estuvo bajo el dominio comercial de la British North Borneo Company, y Sarawak fue gobernada durante más de un siglo por la familia de sir James Brooke, la saga de los llamados rajás blancos, que lograron pacificar las luchas entre las numerosas tribus nativas y acabar con las costumbres asesinas de los cazadores de cabezas. Sabaj y Sarawak cuentan con importantes riquezas naturales y minerales, además de una inmensa extensión de bosque tropical que se halla en peligro de desaparición por una brutal política de deforestación realizada en los últimos 10 años que ha perjudicado seriamente a la población indígena y que ha suscitado la protesta de los afectados y de movimientos ecologistas internacionales, así como de otras instituciones como el Parlamento Europeo. Éste aprobó en julio de 1988 una resolución en la que se instaba a los países de la Comunidad Europea (CE) a suspender las importaciones de madera de Sarawak hasta que no existan pruebas fehacientes que concluyan que la deforestación de Malaisia no causa un serio daño ecológico ni pone en peligro la supervivencia de los indígenas.Malaisla es el mayor exportador mundial de madera tropical (el 70% va destinado a Japón) y ésta procede en casi dos terceras partes de los bosques de Sarawak, y en particular de la parte norte del territorio, donde viven los indios penan, un pequeño grupo de nómadas que se dedican a la caza y al cultivo en la jungla y que están siendo expulsados de su hábitat natural y obligados a vivir en asentamientos rurales creados por el Gobierno local para no obstaculizar a las compañías taladoras.

El príncipe Carlos de Inglaterra se refirió meses atrás a la situación de los penan calificándola de "genocidio colectivo", lo que provocó la ira del Gobierno malaisio. Otros grupos indígenas también afectados por la deforestación son los iban, kenyah, kelabit y lun bawang. Los indígenas comenzaron en marzo de 1987 a concretar su protesta levantando barricadas en las zonas de acceso a los bosques.

El Gobierno federal niega que esté causando un daño a la naturaleza y considera demagógicas las acusaciones extranjeras. El primer ministro, Mohamed Mahatir, que ayer obtuvo la victoria en las elecciones generales, sostiene que con el reasentamiento de nómadas pretenden sacar de la miseria a los indios y modernizar el país.

En realidad, toda esta política esconde poderosos intereses económicos. La madera es una de las principales fuentes de ingresos nacionales (más de 2.000 millones de dólares anuales) y la fuente mayor en el caso de Sarawak, que se embolsa íntegramente los derechos que recauda por la explotación de la industria a través de la concesión de licencias otorgadas arbitrariamente. Miembros del Gobierno son, incluso, propietarios o copropietarios de concesionarias.

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