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Espías hasta en la sopa

Alemania descubre con horror cómo el antiguo régimen comunista filtró agentes en la cúpula de Bonn

Una docena de espías han sido detenidos en los últimos 10 días en Alemania, acusados de trabajar para los servicios de espionaje del desaparecido régimen comunista de Berlín Oriental. Esto ha puesto en evidencia los tremendos fallos del contraespionaje de Bonn y creado un enorme malestar en los círculos gubernamentales, donde existe la convicción de que muchos agentes de la Stasi siguen organizados y han creado nuevas redes que dependen del KGB soviético. Los importantes cargos que ocupaban los deteñidos añaden un elemento de hoirror ante las dimensiones de la infiltración.

Desde que a finales del verano de 1989 empezó el flujo masivo de refugiados que escapaban de la República Democrática Alemana (RDA), los incidentes protagonizados por espías de la RDA y de países del Este de Europa se fueron sucediendo a un promedio de dos por mes, aumentando conforme se acercaba la unificación. Se trataba, en casi todos los casos, de personajes de segundo nivel; muchos de ellos, probablemente, habían decidido entregarse a la vista de cómo evolucionaba la situación política, o habían sido descubiertos gracias a las informaciones de colegas suyos que se pasaban a Occidente.Cuando la Stasi es disuelta, desaparece del mapa, por primera vez, el mítico superespía Markus Misha Wolf, que había dejado su puesto a la cabeza de los servicios de información de la RDA dos años antes, supuestamente a causa de sus divergencias con la cúpula comunista. Se dice que está en Moscú para organizar la retirada ordenada de los mejores elementos del servicio y entregárselos al KGB.

El fantasina de la Stasi

En la RDA, el fantasma de la Stasi, nó tanto en su proyección exterior como en su papel de pólicía política, planea sobre el Parlamento democrático cuando se descubren las dimensiones del aparato de seguridad del Estado comunista: 100.000, agentes ennómina, medio millón de confidentes fichados y pagados, entre los que se encuentra más de una quinta parte de los representantes electos de la Volicsicarrimer.La última trifulca del fugaz Parlamento de la RDA tiene lugar, precisamente, en torno a las famosas actas de la Stasi, unas seis millones. Una parte de la Cámara quiere que se hagan públicas, Bonn desea llevárselas y finalmente se quedan en Berlín. ¿Qué hay en esas actas? Algo más que detalles sobre la vida de los alemanes orientales; posiblemente también hay información muy específica sobre personalidades de la RFA.

Pocos días antes de la unificación, el fiscal general de Karlsruhe, Alexander von Stahl, anunciaque tiene una lista de unos 200 alemanes orientales sobre los que pesa orden de captura por sus actividades de espionaje. Sin embargo, la redada masiva no se produce.

El pasado día 30 de septiembre, tres días antes de que se consumara la unificación alemana, Gabriele Gast, una mujer de, 47 años, empleada de¡ Bundesnachrichtendienst (BND), la oficína de información del Gobierno federal, y cuyo trabajo consistía en preparar el resumen que este organismo presentaba cada seimana al canciller Kohi, es detenida en Garmish-Partenkirch en, j listo cuando trataba de cruzar la frontera con Austria. Se la acusa de filtrar ese documento semanal a Berlín Oriental.La madrugada del día 3, pocas horas después de la unificación, la policia detiene en su casa de Berlín a Werner Grossman, el sucesor de Wolf en los servicios secretos de la República Democrática Alemana. Este último, sin embargo, ha conseguido escapar, así como otro de los personajes más buscados, Hans Joachim Tiedge, ex jefe de los servicios de contraespionaje de Bonn y que se pasó al enemigo en 1985. Grossman es puesto en libertad condicionada por la fiscalía dos días después.La desmoralización se generaliza cuando el pasado miércoles cae Klaus Kuron, un hombre de 54 años que ha sido calificado como "el perfecto espía" y cuya detención arrastra la de otras 10 personas en los más altos niveles del Gobierno y la industria militar alemana. Kuron era, precisamente, el jefe del contraespionaje que se encargaba del control de las operaciones de la Stas' en la RFA. El suyo es un caso curioso, ya que le pierde el patriotismo al negarse a trabajar para el KGB. Durante más 10 años había pasado información a Berlín Or»ental con la condición de que no se detuviera a los agentes que delataba. De esta manera eraímposible de descubrir. Con los 4.000 marcos al mes que recibió de la Stasi pagó la educación de sus hijos.

Desaliento

Cuando en Bonn empiezan a hacer balance de lo que se ha filtrado, se les ponen los pelos de punta: toda clase de planos y secretos militares, alta tecnología, información confidencial, redes de contraespionaje.El Gobierno da muestras de desaliento cuando reconoce en la persona de Lutz Stavenhagen, uno de los asesores personales del canciller Helmut Koffi, que "existen todavía redes de la Stas¡ que siguen intactas y con contactos con el KGB", y hace un llamamiento a Moscú para que deje de emplear a los viejos agentes de la RDA.

Wolf escribe una carta al fiscal general en la que asegura: "No he huido, simplemente me encuentro de vacaciones". El superespía añade: "SI las autoridades quieren algo, no tienen más que ponerse en contacto con mi abogado".

En Bonn, el personal de los servicios de espionaje y contraespionaje pone cara de tonto y mira con suspicacia a un lado y a otro esperando la aparición de un nuevo espía enemigo debajo de la mesa.

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