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Reportaje:ELECCIONES EN LOS NUEVOS "LANDER"/ SAJONIA

La joya más apreciada

De todos los Estados alemanes, sólo el sajón y el bávaro pueden reclamar una auténtica homogeneidad cultural, histórica y política. Sajonia -con cinco millones de habitantes, el land más poblado de los cinco que !le han integrado en Alemania- era antes de la II Guerra Mundial el Estado más rico e industrializado del país. En los últimos años representaba el 30% de la capacidad industrial de Alemania Oriental. De su importancia da idea el hecho de que los partidos han lanzado a la arena electoral a auténticos pesos pesados importados de Occidente.

Para el conjunto de los alemanes los sajones siempre han sido un pueblo especial, flemático, cuya paciencia y capacidad para la ironía son legendarias. Su problema ha sido siempre el poderoso vecino del Norte, Prusia, y más concretamente Berlín, que de una manera u otra los han llevado por el camino de la amargura. Sajones son Nietzsche, Wagner y el prolífico novelista Karl May. Sus dos mayores ciudades, Dresde -la futura capital- y Leipzig, podrían convertirse en auténticas joyas, aunque para ello se necesita una cifra astronómica en reconstruirlas.En torno al llamado anillo saJón, formado por Leipzig, Dresde y la rebautizada Chemnitz (Karl Marx Staadt), se concentra una zona industrial semejante a la del valle del Ruhr, en Renania. Fábricas de automóviles, textiles, mecánica de precisión, óptica, ordenadores, electrónica y químicas se suceden sin solución de continuidad. Pero se trata de ruinas. Como la mayoría de las fábricas alemanas orientales, no han sido modernizadas en décadas y algunas de ellas se encuentran aún en viejos edificios de antes de la guerra. El otro gran problema, el de la contaminación ambiental, especialmente del aire, es de dificil solución. Miles de toneladas de humos procedentes de lignito de pésima calidad corroen los edificios, hasta el punto que uno no sabe si atribuir la decadencia de la barroca Dresde a los bombardeos de la RAF o a la persistente acción del aire contaminado. La llegada del gas natural soviético podría ser una opción viable.

Las cuatro décadas de régimen comunista han tenido un curioso efecto en la geografia política. De ser tradicionalmente roja, cuna del movimiento obrero alemán a mediados del siglo pasado, lo que da una idea de su gran tradición industrial, se ha transformado en un bastión negro, color con el que se identifica al votante de la Unión Cristiana Democrática (CDU). Es algo paradójico, ya que no sólo en el pasado las dos grandes ciudades sajonas, Dresde y Leipzig, jugaron papeles revolucionarios, sino que fue en esta última ciudad donde se celebraron, las multitudinarías manifestaciones que originaron la revolución pacífica que hace un año acabó con el régimen neoestalinista.

Una oportunidad

El canciller Helmut Kohl, cuyo partido, la CDU, podría, según las últimas encuestas, obtener la mayoría absoluta, ha decidido conceder una oportunidad a uno de sus rivales históricos dentro del partido. Kurt Biedenkopf, de 60 años, un hombre del ala izquierda de la CDU y que fue secretario general democristiano entre 1973 y 1977, perdió su puesto tras enfrentarse con Kohl. Es una de las grandes figuras políticas alemanas. Personaje curioso que incluso se atrevió a apoyar las tesis de Los Verdes en más de una ocasión y que mantiene ideas mucho más liberales que las que propugna el canciller, está dispuesto a aprovechar esta ocasión para resucitar políticamente. De entrada, ya ha hecho las primeras declaraciones polémicas, indicando que habrá que subir los impuestos, en contra de la opinión del partido. El Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), pese a que las encuestas no le son favorables y que en las elecciones de marzo no consiguió más que un 16%, ha respondido al reto presentando también a una de las figuras más conocidas de la socialdemocracia. Anke Fuchs, de 53 años, es diputada en el Bundestag y forma parte de la presidencia del partido. Los liberales del FDP, cogidos por sorpresa después de que se presentaran acusaciones contra su candidato, el flisico Axel Viehweger, de que trabajó para la Stas¡, decidió colocar en el primer lugar de la lista a Wolfgang Mischnick, el jefe de su grupo parlamentario en Bonn.

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