Cuento de dos damas puteras
Esta obra es un chiste. Dos damas solas, de la colección otoño-invierno, viven aisladas en el campo, con un largo y aburrido fin de semana por delante, y con un cierto ardorcillo íntimo: necesidad de hombre. Una de estas damas, farmacéutica y médico -Lola Herrera-, se desplaza hasta Madrid, encuentra a un atracador musculoso, le inmoviliza con un aerosol, le cloroformiza y le secuestra. La situación se transforma después en la del habitual intercambio de sexo por dinero. Pero no funciona.La obra responde a esa forma antigua de lo parasexual, de hablar mucho en torno a la cosa, pero nada ' más: es tan antigua que ni se acuestan. Aun!., que al final quede abierta una posibilidad para la primera actriz, Lola Herrera, en detrimento de la segunda, Marta Puig, "colaboración extraordinaria", como mandan algunas leyes del teatro de ese orden. Aunque, en la realidad, Marta Puig se lleva las risas del público, las ovaciones y los mejores aplausos finales: el papel cómico y audaz es siempre más agradecido, aunque esto no se dice en detrimento de Lola Herrera, cuya capacidad profesional está acreditada y aquí demostrada una vez más.
Palomas intrépidas
De Miguel Sierra. Intérpretes: Lola Herrera, Marta Puig, Miguel Ortiz. Vestuario de Angela Arregui. Escenografía: Amadeo Sans. Dirección: Ángel García Moreno. Teatro Fígaro, 5 de octubre.
Si esta situación se hubiese planteado a la inversa, con dos caballeros secuestrando, pagando y abusando de una muchachita, hubiese sido de un insoportable machismo. Si hubiese sido el caso de'dos homosexuales masculinos en situación parecida chocaría. Tratándose de la situación inversa, el autor tiene derecho a creer que lo que hace es feminismo, y lo explica en las notas al programa , donde explica su derecho al "juego de los putos". Ya, efectivamente, se practica en sociedad, aunque las damas puteras no apliquen sistemas tan contundentes, sino que llaman por teléfono a los anuncios, o acuden a los lugares especializados, y pagan después con la tarjeta de crédito, a veces de sus maridos.
Comedia de costumbres
P or eso el chistecillo de Miguel Sierra tiene algo de comedia de ,costumbres, aunque deformada para la cuestión de hacer reír y por el desprecio a la verosimilitud, a la lógica. No le importa, naturalmente, porquesu objetivo es más sencillo. Quizá el problema mayor es el de su propia represión ante lo que sin duda espera que sea una obra de atracción de señoras limitadas, como sucede tanto en el teatro de este tipo. Se supone, con mucha razón, que son las mujeres las que todavía mantienen esa forma de teatro, y acuden en grupo después de sus meriendas, o arrastran por la noche a sus cansados maridos, a los que se ve alguna vez cerrar los ojos con ganas de dormir. Varios teatros de Madrid se dedican, ahora mismo, a este público, y parece que funcionan. Está bien. Siempre he creído que el teatro tiene que ser útil en cualquiera de las funciones sociales que se propone.Es posible que si en esta obra de Miguel Sierra sucediese algo, tuviera alguna acción mayor, aun siempre dentro del género menor, resultase mejor. Pero se limita a esa situación única con episodios mínimos, y a mucho hablar: afortunadamente, tiene desparpajo en el diálogo y le saca el mejor partido posible: todos los chistes que puede, dentro del chiste general, y la consiguiente hilaridad de un público muy seleccionado: no quiero decir con esto que rían y aplaudan por obligación o amistad, sino espontáneamente, porque pertenecen a la misma clase social o, pertinentemente, mental que el autor. Que salió a saludar con las dos actrices y el actor-objeto, el hombre para burlar, que es el actor Miguel Ortiz.
Babelia
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