Imponente 'Medea'
Otra nueva compañía de baile español, sí, pero no una más: el Ballet Región de Murcia, que debutó en el Nuevo Apolo de Madrid apenas 10 días después de su presentación en el Romea, tiene tantas cosas a su favor -empezando por Merche Esmeralda, en un espléndido momento de madurez de facultades y de capacidad interpretativa, como primera figura y directora; José Granero, como coreógrafo, y Medea, como plato fuerte- que se despega del resto, y sobre todo, al revés de lo que suele ocurrir, el resultado de la suma de factores no sólo no decepciona, sino que supera, y con creces, las expectativas despertadas. El público se volcó en ovaciones y bravos.Con la excepción de la personalísima Soleá -que es un alarde de la estremecedora libertad que Merche Esmeralda ha alcanzado dentro de la expresión flamenca-, todo el resto del programa está compuesto por obras de Granero, el coreógrafo de más oficio y en muchas cosas el mejor de los que hoy trabajan la danza española, aunque no siempre y no todo le salga igual de bien.
Merche Esmeralda y el Ballet Región de Murcia
Triana (Granero-Albéniz), Soleá (Esmeralda, flamenco), Sinfonía española (Granero-Lalo), Medea (Granero- Sanlúcar). Dirección- Merche Esmeralda. Teatro Nuevo Apolo. Madrid, lunes 1 de octubre.
El estreno de la noche era la Sinfonía española sobre la de Lalo: un ballet sin argumento, pero complejo en términos coreográficos, basado en el contraste de estilos entre distintas escue las españolas. Llevado con soltura y habilidad, tiene momentos espléndidos y otros me nos logrados. La maestra y baila rina Carmen Cubillo baila un cuarto movimiento de escuela clásica española lleno de sabor, con toda la elegancia, la gracia y la precisión requeridas. La aparición de Merche Esmeralda en el tercero, bien acompañada por Luis Ortega, centra la obra y le da el punto justo de profundidad. Está muy exagerado, a mi modo de ver, el primer movimiento y todas las secuencias en aballetadas. Aquí, Granero ha desdeña do la autenticidad de la escuela bolera metiendo técnica clásica a tope: quizá resulte más vistoso, pero expone inútilmente a los bailarines y se deja en la cuneta mucha riqueza de esa escuela que se pierde y que no por primitiva es menos rica y espectacular así, más que contraste se produce un encontronazo de estilos.
La noche culminó con Medea, estrenada por el Ballet Nacional en 1984. Hacía muchos años que la Medea de Granero no se veía en Madrid, y creo que Merche Esmeralda nunca había hecho aquí el papel que estrenara Manuela Vargas y que durante mucho tiempo estuvo identificado con ella.
El Ballet Región de Murcia ha hecho una reconstrucción primorosa de lo que es quizá una de las obras más logradas de teatro danza español. Verdaderamente todo juega en favor de esta Medea: la música de Manolo Sanlúcar, el guión de Narros, el decorado de D'Odorico y sobre todo la coreografía de Granero. El sabor mediterráneo de la música hace la transición entre el mito griego y esa insólita , cerrada y machista corte de flamencos , ricachones de Creonte, aunque Julio Príncipe no tenga autoridad para ese papel. La coreografía lleva el relato con la fluidez de un arroyo; parece no buscar nada, ni efectos ni deslumbramientos, y consigue todo: que brote la emoción y suba la tensión dramática hasta la tragedia final. Esmeralda hace una Medea bien distinta de la de Manuela Vargas; menos bárbara, pero no menos grandiosa, más cerebral en la solución fatalista de la tragedia que ella organiza porque no le queda otro remedio. Carlos Vilán da un inesperado matiz vulnerable a su Jasón, un Jasón jovencísimo pillado de pronto entre el mundo de. belleza y autosatisfacción al que querría pertenecer y las profundidades tenebrosas de su Medea.
Babelia
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