El Greco en Creta
En EL PAÍS del pasado lunes 3 de septiembre, F. Calvo Serraller desliza en el cuerpo de su diatriba contra la Administración cultural unas valoraciones injustas con la exposición del Greco en Iraclio que me llevan a hacer las siguientes puntualizaciones:Parece preocupar al señor Calvo Serraller que el destino geográfico de la muestra sea esta ciudad de la isla de Creta no tanto por las garantías de integridad de las pinturas cuanto por la ausencia de una visita pública masiva. Olvida, sin duda, que a siete kilómetros de Iraclio se encuentra el palacio de Minos de Cnoso, y que en la propia capital se halla un importantísimo museo arqueológico, cuya afluencia de público en estos meses supera, en términos relativos (y absolutos, me temo), a la del Museo del Prado, por ejemplo. El aeropuerto de Iraclio está conectado directamente (y con varios vuelos diarios) con los más importantes centros urbanos de Europa (excluidos, desgraciadamente, los españoles). Toda esta avalancha humana tiene ahora la oportunidad de contemplar la exposición del Greco situada en la basílica veneciana de San Marcos, en lugar de paso obligado para cuanto turista visite la ciudad.
Sin embargo, con ser importante, esta falta de información, de la que el señor Calvo Serraller hace gala, no es nada en relación con el fondo mismo de su argumentación y su peligroso concepto del patrimonio nacional. El Ayuntamiento de Iraclio está en su perfecto derecho de conmemorar el 450º (o 449, si se prefiere) aniversario del nacimiento del pintor en su ciudad, una circunstancia que no fue un mero accidente en la vida del Greco. Allí se formó, en una ciudad que tuvo un papel decisivo en el impulso y propia creación del renacimiento italiano y, por tanto, europeo; en una ciudad de la que marchó a Venecia no como joven novicio en el arte pictórico, sino como consumado maestro pintor. "Creta le dio la vida y los pinceles", escribió Paravicino y la cicatera crítica hispana, a la que tanto le cuesta reconocer el carácter cretense del pintor (que siempre añadió a su firma el adjetivo "cretense"), alteró el terceto para adjudicarle los pinceles a Toledo, la mejor patria.
Los fondos españoles no podían estar ausentes en esta conmemoración y en este regreso del Greco a su tierra materna, y menos por un estrecho concepto patrimonial. Con la presencia española se ha asegurado además la presencia en Madrid (una "importante, populosa, rica y culta metrópoli", supongo) de un extraordinario préstamo patrimonial griego, la Exposición sobre el mundo micénico, con la que el señor Calvo podrá ilustrarse en su momento en el Museo Arqueológico Nacional sin tener que desplazarse a sus lugares de origen, cosa que, por otra parte, le hubiera prevenido de entrar a juzgar la exposición cretense con tan mala fortuna.- catedrático de Universidad, director del Instituto Cultural Reina Sofía de Atenas y agregado cultural a la Embajada de España.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.