"Guerra fría, KO"
C. M. Cuando Mijaíl Gorbachov entregó ayer a George Bush, antes de iniciar sus reuniones, una caricatura enmarcada en la que se podía ver a los dos presidentes vestidos de boxeadores con los brazos levantados en señal de victoria y un globo terráqueo con la inscripción "Guerra fría, KO", el líder soviétivo estaba expresando algo más que un simple gesto de cortesía.
El presidente soviético, conscientemente, hacía entrega al primer mandatario norteamericano del símbolo del "nuevo orden internacional", basado en la cooperación entre las dos superpotencias después de 45 años de enfrentamiento.
Bush no se sacó de la manga ninguna alegoría, sino que expresó con palabras los mismos sentimientos. Poco después de aterrizar en el aeropuerto de Helsinki en su flamante Air Force One, el presidente norteamericano se refirió a esa colaboración con estas palabras: "Si conseguimos negar a Sadam Husein los frutos de su agresión, pondremos en movimiento la piedra angular de un nuevo orden internacional más pacífico, más estable y seguro de los que hayamos conocido".
Nadie espera que la integración de la URSS en ese nuevo orden, principalmente debido al cúmulo de problemas a los que Gorbachov tiene que enfrentarse en casa, se consiga de la noche a la mañana. Pero el mensaje de Bush a Moscú ha sido claro: marchemos unidos por esta senda de la cooperación y Washington se encargará de sacarle las castañas económicas del fuego a Gorbachov.
Según funcionarios norteamericanos, EE UU está dispuesto, a cambio de conseguir el beneplácito soviético a sus acciones, a presionar a Japón y a sus aliados europeos para que inviertan masivamente en la economía soviética los miles de millones de dólares que Washington no puede facilitar directamente por su déficit presupuestario.
Ayuda indirecta
En el plano de la ayuda indirecta, la Administración norteamericana estaría dispuesta a facilitar a la URSS cooperación técnica para la explotación rentable de sus recursos petrolíferos y a eliminar los actuales controles sobre préstamos privados a Moscú. El tema de la ayuda directa sería objeto de consideración por Washington cuando termine el estudio que sobre la economía soviética están preparando los organismos financieros internacionales.
El tema de los 193 asesores militares soviéticos en Irak nunca constituyó un obstáculo serio para el entendimiento soviético-norteamericano, y si Bush y su secretario de Estado, James Baker, lo han mencíonado en sus respectivas reuniones ha sido más como medida preventiva para defenderse de posibles ataques de la derecha del Partido Republicano que por propia convicción.
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