El retorno de los emigrantes sirios
Miles de trabajadores huyen de Kuwait, adonde llegaron en los años cincuenta para buscar mejores salarios
ÁNGELES ESPINOSA ENVIADA ESPECIAL, Hombres con túnicas blancas, mujeres cubiertas de negro, coches con matrículas de Kuwait. Estamos en Abu Kamal, a una decena de kilómetros de la frontera iraquí. Pero no se trata del emirato invadido, sino de Siria, bastante más al norte. Allí han vuelto, forzados por las circunstancias y desposeídos de todo, varios miles de emigrantes que un día emprendieron la ruta del Sur en busca de mejores salarios. Su peso numérico en la provincia de Deir el Sor -entre el 10% y el 15% de la población- desmiente los rumores sobre manifestaciones proiraquíes.
Abu Kamal es una pequeña ciudad modesta pero cuidada donde se aprecian, los beneficios del dinero llegado desde la emigración. Los pequeños jardines de algunas casas o las calles trazadas con esmero resultan detalles llamativos en un paraje extremadamente árido, a pesar de estar localizado en el valle del Éufrates. Nadie diría hoy que aquí estuvo alguna vez el paraíso. Lo inhóspito del paraje y las limitaciones de una agricultura pegada al río han llevado a muchos habitantes de la región a buscar su sustento fuera del país. Los países del Golfo, y en especial Kuwait, se convirtieron en su Eldorado desde los años cincuenta.Entramos en casa de Feidi Turki, uno de los patriarcas del lugar. Feidi emigró al emirato en el año 1958 "en busca de sustento", según relata uno de sus hijos. Quince miembros de la misma familia han seguido sus pasos desde entonces, acompañados de mujeres e hijos. "Perdimos nuestro dinero y todo lo que teníamos. No nos queda nada más que el coche", relata hoy el joven, con el recuerdo de la invasión todavía fresco. Hace 17 días que han regresado. Reconocen que no han tenido problemas especiales con los soldados iraquíes, pero empezaba a faltar la comida, y el dinar, la moneda kuwaití, perdía valor.
Futuro incierto
Mohamed Abdala pertenece a la primera hornada de escapados, los que salieron de Kuwait en los días inmediatos a la invasión. "Cogí el coche y la familia y me lancé al desierto hasta que llegamos a Arabia Saudí. De allí, hasta Jordania, y llegamos aquí el día 12", relata aún confundido por los acontecimientos. Mohamed se fue al emirato hace 10 años, y trabajaba en un restaurante. Le gustaría volver porque todo lo que tenía está allí. "El futuro es incierto, sólo me queda esperar la gracia de Dios", asegura. De momento, a falta de hogar propio, vive en casa de su padre. Naser al Alí incluso nació en Kuwait, adonde su familia se había trasladado en 1954. Trabajaba de representante y acostumbraba a mandar dinero a sus parientes cada medio año. Hoy vive de la caridad de aquellos a los que ayudaba. "Han destruido todo", se lamenta, pero no duda en asegurar que volvería "de inmediato si los iraquíes se retiran".
Su amigo Mansur Abur está de acuerdo. Cuando se le menciona que el presidente iraquí, Sadam Husein, dice actuar en nombre del panarabismo, Mansur rompe su silencio y sentencia con voz firme: "Respecto a la unidad árabe nadie la defiende más que Siria, y además la unidad no puede conseguirse por la fuerza".
Mansur y Naser regresaron a Siria casi por la misma ruta que años antes muchos compatriotas suyos emprendieran camino del Golfo. Como otros escapados, volvieron a través de Irak, pero tuvieron que atravesar Jordania, ya que la frontera sirio-iraquí está cerrada desde 1982.
La barrera está echada desde hace ocho años, y la tierra acumulada alrededor parece indicar que no va a levantarse en otros tantos. Un puñado de construcciones bajas recuerda vagamente que aquello debió de ser un paso fronterizo. Ahora están descuidadas. Incluso la bandera siria -rojo, blanco y negro, con dos estrellas- que ondea sobre una de las casamatas ha quedado reducida a un harapo. Cuatro guardas de frontera pasan el tiempo bebiendo té. "Mafi dababat" (no hay tanques), dicen para subrayar la calma. El Éufrates sigue su curso ajeno a la valla que delimíta territorios. Al otro lado, un mural gigante de Sadam Husein. saluda a los inexistentes viajeros. Terno azul, sonrisa impecable, la misma imagen que estos días aparece en las televisiones occidentales. Tres banderas iraquies resplandecientes -rojo, blanco y negro con tres estrellas- se mecen al viento.
"No hay mas solución que la retirada iraquí", según Damasco
"No hay más solución que la retirada incondicional de las fuerzas iraquíes", declara a EL PAÍS el vicepresidente de Siria, Sujair Masharga. "La tensión en la zona es fruto de la invasión iraquí de Kuwait", explica. "Nosotros deseamos una solución pacífica, lo que implica aplicar las resoluciones de la cumbre árabe de El Cairo", insiste Masharga.Si se llegara a desencadenar una guerra, "será responsabilidad exclusiva de Irak", agrega el viceyresidente.
Esa es también la, opinión de su Gobierno, aunque en algunos sectores de Siria la retórica que utiliza en la presente crisis el presidente iraquí, Sadam Husein, suene a música conocida tras años de propaganda panarabista.
La frontera entre Irak y Siria está cerrada desde 1982, poco después de que los Gobiernos de Bagdad y Damasco rompieran relaciones diplornáticas. Ni siquiera la llegada inopinada de un grupo de británicos y austríacos, que lograron burlar la vigilancia establecida por Irak, ha cambiado las cosas.
"Por el paso no, vinieron por el desierto, un poco más al norte", recuerda Alí al Mufti, un portavoz del Gobierno civil de la provincia siria de Deir el Sor.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.