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Los grandes hospitales de Madrid carecen de un plan de emergencia en caso de incendio

Si en cualquiera de los grandes hospitales públicos de Madrid hubiera un incendio de medianas proporciones, el resultado podría ser catastrófico. Las desmesuradas dimensiones de los centros y la ausencia o, la escasa operatividad de los planes de emergencia conocidos por el personal, unido a la dificultad que encuentran los vehículos de bomberos para llegar hasta los edificios por culpa del aparcamiento indiscriminado de coches particulares, convierte a estos hospitales en lugares donde el riesgo en caso de siniestro es muy elevado. En muchos casos, tan sólo existen las más elementales medidas de prevención.

Los mastodónticos hospitales madrileños, construidos en su mayoría hace 20 años, son considerados inevacuables tanto por sus cúpulas directivas como por expertos en prevención de incendios. La presencia de enfermos con dificultades motrices o sometidos a tratamiento de diálisis, de pacientes internados en unidades de cuidados intensivos y de niños recién nacidos atendidos en las incubadoras haría casi imposible la evacuación.En algunos casos parece que se busca el más diricil todavía. "En uno de los servicios de traumatología del Doce de Octubre, la puerta que conduce a la escalera de emergencia, a la que se llega después de pasar por delante de las habitaciones de los pacientes, está cerrada con un portero automático", denuncia un representante de Comisiones Obreras que trabaja en este centro. "Hay muchos robos, por lo que el jefe del servicio tomó esta medida para tener una mayor seguridad", explicó un portavoz del Insalud. Sin embargo, trabajadores del hospital han asegurado que las "visitas indeseadas" no se han interrumpido. "Si hay fuego, la puerta será una trampa o, como mínimo, algo inútil", según el representante sindical.

Un laberinto

Los problemas de este hospital, que tiene 1.560 camas y atiende a una población de 630.000 personas más las procedentes de otras áreas, no acaban en esta planta. "Todo el hospital es un laberinto. Se han puesto señales para que la gente sepa moverse, pero se siguen perdiendo. Eso sin contar con que muchos de los descansillos de las escaleras de incendios están ocupados por camillas, colchones y trastos varios", explicó un enfermero de urgencias.

"En el interior de los edificios, las cosas no son todo lo perfectas que debieran", reconoce Pedro Gallardo, jefe del departamento de bomberos. Así, por ejemplo, en el hospital de la Princesa, con 600 camas y 1.800 trabajadores, "las escaleras de incendios van a parar a un patio y a los sótanos", según explicó un miembro del comité de empresa. "Por lo menos, en la remodelación de hace ocho años se consiguió que cambiasen las puertas, que ahora abren todas hacia afuera", dijo. "La dirección del centro, requerida por el comité para la elaboración de un plan de emergencia contra incendios, insistió en que, según los estudios norteamericanos que habían consultado, bastaba con los extintores".

Lo peor, no obstante, está fuera. "La gente que viene a visitar a los enfermos aparca el coche como quiere, y a la hora de entrada y salida los acompañantes de los trabajadores montan unos atascos importantes. Si tuviera que llegar un coche de bomberos tendría que aparcar en la carretera [el Doce de Octubre se encuentra en la salida de Madrid por la carretera de Andalucía]", aseguran otros trabajadores.

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"El problema de los accesos es lo que más denuncian los centros hospitalarios", afirmó un portavoz de la dirección provincial del Insalud. "La gente de los hospitales se cansa de llamar todos los días a la grúa para que se lleve un montón de coches que los desaprensivos aparcan como les da la gana", añade este portavoz. "Como mucho, el Ayuntamiento manda una por día, con lo que se lleva uno o dos coches. Haría falta que fueran 20 los vehículos retirados". La Paz, el Gregorio Marañón o el Clínico tienen igualmente problemas con el aparcamiento indiscriminado de familiares y personas que van a pasar consulta por las maflanas.

La ausencia de planes de emergencia en los hospitales púIblicos es habitual. "En los de la región no existe en ninguno", afirma un experto en salud laboral de CC OO. "No hay brigadas contra incendios, la mayoría de los trabajadores no sabrían qué hacer en caso de fuego, y lo peor es que los jefes de servicio tampoco", aseguró este representante sindical. "Si una persona no sabe distinguir entre un extintor de agua y otro de gas carbónico, y aplica el primero a un fuego causado por un cortocircuito, podría electrocutarse", advirtió.

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Los planes contra incendios no se ensayan

Viene de la página 1En el hospital de La Paz se elaboró hace tres años un plan contra incendios, "pero no se ha ensayado nunca, con lo que no es operativo", según fuentes del Insalud. Un portavoz de la dirección de este hospital afirma, sin embargo, que el centro cuenta con un servicio de detección automática en el techo. "Es muy sensible; suelta agua con el calor de una cacerola Existe también una sección de seguridad compuesta por ocho expertos en mantenimiento que están las 24 horas alerta para controlar e investigar cualquier caso de alarma, sea por fuego o fuga de gases".

Detección informatizada

El Ramón y Cajal, al otro lado de la M-30, parece mejor preparado. "Vamos a instalar un sistema de detección informatizado, que es lo último", explica el director de gestión, Antonio Izura. Éste es el único hospital donde el servicio de seguridad privada ejerce también como brigada contra incendios. "El personal de seguridad está entrenado también para intervenir en caso de catástrofe. Hemos adoptado esta medida pues los vigilantes están todo el día en el hospital, mientras que los trabajadores se reparten en tres turnos", dice Izura.

Este hospital también imparte cursos periódicos, "sobre todo al personal de celadores", en los que colaboran los bomberos de Madrid. La prevención no es gratuita, ya que su director. gerente, Diego Caparrós, vivió en enero de 1987 el incendio del hospital de Toledo, donde ocupaba ese mismo cargo. En el incendio murió un bombero, además de un enfermo durante la evacuación.

También en el hospital clínico de San Carlos se revisaron los extintores y se comprobaron las mangueras después de que un enfermo ardiera en su cama a causa de un fuego que provocó otro internado en abril de 1989. "Entonces hubo que apagar un colchón con el agua del lavabo de la habitación, porque no había extintores a la vista y no salió agua de la manguera", dijo un celador que fue testigo de los hechos. La semana pasada sí hubo extintores para apagar un cortocircuito en una nevera.

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