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Crítica:POP
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mal trago

"No olvidaremos esta noche ni a ninguno de vosotros", exclamó Joaquín Sabina como despedida después de cantar Pongamos que hablo de Madrid. Detrás habían quedado casi dos horas y media de recital, dos tandas de bises y tres canciones de propina. El cantante volvía a triunfar en el coso de las Ventas tras dos años de ausencia. Un éxito con sabor amargo, porque Sabina realizó una de sus peores actuaciones en Madrid.Y el caso es que el recital comenzó bien, con el cantante jugando alguna de sus mejores bazas desde el principio. La segunda canción fue Caballo de cartón, uno de los temas claves de un compositor largo, con su carrera salpicada de buenas canciones. El guitarrista John Parsons comenzaba a hacer de las suyas con un solo como los de antes -extenso e intenso- y el grupo sonaba fresco y compacto. Después llegó Hotel, dulce hotel, tema que aunque no le llega a las pezuñas al caballo, mantuvo el tono del recital y subió su ritmo. Y comenzaron los problemas.

Joaquín Sabina

Joaquín Sabina (voz, guitarra), Pancho Varona (guitarra, coros), John Parsons (guitarra, coros), Jaime Asúa (guitarra, coros), Javier Mora (teclados), Sergio Castillo (batería), José Nodar (bajo), Javier Paixariño (saxo) y Jimmy Ríos (percusión). 9.000 personas. Precio: 1.200 y 1.500 pesetas. Plaza de Toros de Las Ventas. Madrid, 7 de septiembre.

La interpretación de la canción El muro de Berlín -incluida en su último disco, Mentiras piadosas, y que plantea temas ya tratados anteriormente por Luis Eduardo Aute- fue el comienzo de otro recital muy diferente, porque Joaquín Sabina la cantó mal. Muy mal. A su término reconoció que cantar en Madrid era sinónimo de temblequeo de piernas. Pero a Joaquín Sabina también le temblaba la voz.

El resto del recital fue una lucha constante del cantante contra unas facultades vocales disminuidas, con dificultades para la emisión, el matiz y la afinación. Sabina decidió hacer de tripas corazón, seguir adelante y, empujado por un público fiel, mantener el tipo. Lo consiguió sólo a medias porque artísticamente el recital se resintió.

Después llegaron canciones como Calle Melancolía, Y si amanece por fin, Rebajas de enero, Mentiras piadosas, Oiga, doctor y Quién me ha robado el mes de abril. El recital ya se había dividido en dos partes bien diferentes: en la arena y en las gradas el público se lo pasaba estupendamente cantando y dando palmas; en el escenario, Sabina y sus músicos capeaban el temporal con profesionalidad, aunque con la energía y el aliento a medio gas.

Desaparición

Sorprendentemente, Joaquín Sabina desapareció del escenario para que su guitarrista Pancho Varona cantase como solista Y si amanece por fin, tema incluido en Mentiras piadosas. A continuación, Jaime Asúa también interpretó otra canción, antes de que Sabina reapareciese con Eclipse de mar, El rap del optimista, Pobre Cristina y Así estoy yo, para desembocar en una pésima interpretación general de Con un par, tema dedicado al Dioni.Sabina se despidió, pero el público no estaba dispuesto a dejarle marchar. Reapareció para cantar Princesa, otra magnífica y antigua composición, antes de su definitiva retirada con su retrato homenaje a Madrid. Era el fin de un recital marcado por las circunstancias adversas. La última gota de un mal trago.

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